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Mostrando entradas de noviembre, 2022

"Dios te hará rebrotar"

  Martes I Tiempo de Adviento  Is 11, 1-10 Sal 71 Lc 10, 21-24      ¿Quién de nosotros no desea un mundo en donde exista la armonía entre todos los habitantes de la tierra? Se ha trabajado arduamente en esto, se han buscado incontables caminos para ello y, sin embargo, no se ha logrado alcanzar esa cometido.      Hoy la liturgia de la Palabra nos habla de un descendiente de David, el cual, lleno del Espíritu de Dios, hará que llegue la verdadera felicidad al hombre. Él es el único medio para reintegrarnos a la paz con Dios y con el prójimo. Lo que hará pleno al hombre es vivir amando y siendo amado por el otro.      Pero esto no será posible mientras haya egoísmos que nos imposibiliten tender la mano al prójimo. La felicidad brota del amor que se encarna en nosotros y se comparte con los demás. El mismo Jesús ya nos lo decía: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13).      Probablemente nos cuesta trabajo amar, perdonar, ser prójimo para el otro. P

¿Cómo es tu fe?

  Lunes I Tiempo de Adviento  Is 4, 2-6 Sal 121 Mt 8, 5-11     L itúrgicamente ayer  iniciamos el Adviento, y  hoy lo encontramos simbolizado en la postura y conducta del Centurión Romano. No sabemos cómo había llegado a él el conocimiento de Jesús, pero su manera de obrar no tambalea: actúa porque espera; y espera porque confía en el Maestro.      Pues esta es una primera figura que nos ofrece la liturgia al comenzar nuestro camino de Adviento: la sencillez y singularidad de una persona que ha comprendido el papel fundamental que tiene la fe y, por consiguiente, todo lo que de ella se puede obtener.      Recordemos que Jesucristo no escribió nada y los Evangelios no buscan ser una “tesis doctrinal” que nos presenta lo que debemos de memorizar, creer o practicar. El Evangelio es un compendio de encuentros de personas con Jesús y, en esos encuentros, surgen acciones, actitudes y valores que son el alimento del creyente (como el que hoy encontramos en el Centurión Romano).   

¿Seguimos despiertos?

  I Domingo de Adviento Ciclo “A” Is 2, 1-15 Sal 121 Rm 13, 11-14 Mt 24, 37-44      Con la gracia de Dios hemos comenzado un nuevo año litúrgico. Nos da una nueva oportunidad para reivindicar nuestro camino hacia Él. Este día damos inicio al tiempo del Adviento, el cual nos recuerda que “algo” o “alguien” está por llegar.        Este primer domingo del adviento, Jesús nos invita a estar vigilantes, es decir, a estar atentos. Sin vigilancia nos dormimos, caemos en la rutina de lo ordinario, terminamos acostumbrándonos a una vida inmersa en el pecado, ya que poco a poco se pierde el interés de los asuntos del Señor. La vigilancia a la que nos invita Jesús es la de despertar de nuestra inconsciencia, estar atentos y vivir la realidad en la que nos encontramos.        Muchas veces vivimos el sueño de ser verdaderos cristianos, cuando, en la realidad, nuestras actitudes, nuestro estilo de vivir y desenvolvernos, no se parece nada a lo que el Señor nos enseñó. Si no despertamos o