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Mostrando entradas de agosto, 2020

El Espíritu del Señor está sobre mí

  Lunes de la  XXII semana Tiempo Ordinario I Co 2, 1-5 Sal 118 Lc 4, 16-30      A partir de hoy, hasta el final del Año Litúrgico, vamos a profundizar y reflexionar en el Evangelio según san Lucas. Empezamos con una escena significativa, la cual le da sentido a todo el misterio mesiánico de Jesucristo: su primera predicación en la sinagoga.      Ya Jesús, desde la primera página, aparece como el enviado de Dios, el Ungido, Aquel que está lleno del Espíritu del Señor. Es Él quien anuncia la salvación a los pobres, la liberación a los cautivos, hace ver a los ciegos, libertad a los oprimidos.      Lucas quiere dejarnos en claro quién es Jesús y así, conociéndolo, también nosotros podamos presentarlo a los que nos rodean, para poder manifestarlo en el mundo actual. El Evangelista no quiere pasar por alto ningún detalle de lo que fue Jesús en vida, por ello, desde el comienzo de su Evangelio buscará mostrarnos a un Jesús lleno de amor, misericordia, cercano a los que se consider

Ven detrás de mí

  Domingo XXII Tiempo Ordinario Ciclo “A” Jer 20, 7-9 Sal 62 Rom 12, 1-2 Mt 16, 21-27      Tras ir recorriendo nuestro camino de fe en este Tiempo Ordinario, hemos llegado a un punto muy crucial en la vida de Jesús y sus discípulos. San Mateo en su Evangelio, quiere mostrarnos la misión que Dios le ha encomendado a su Hijo, por ende, la perícopa que hoy hemos reflexionado es clave para asimilar dicha tarea del Señor.      Tras haber verificado Pedro y los once discípulos de que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios vivo, Jesucristo comenzó “a manifestar a sus discípulos que tenia que ir a Jerusalén y padecer mucho allí… ser ejecutado y resucitar al tercer día”.      La trama se va tejiendo en un momento critico, en un contraste por la forma de pensar de Jesús y sus discípulos. Incluso Pedro siente el deber de reprender a su Maestro, ya que no puede concebir el final tan inefable que le espera. Es entonces donde Jesús reprenderá a Pedro, lo pone a raya, ya que Él sabe que Simó

Discípulos fieles

  Martirio de San Juan Bautista  I Co 1, 26-31 Sal 32 Mc 6, 17-29      El pasaje del Evangelio que hemos reflexionado hoy nos pone frente a uno de los más grandes problemas que el hombre puede afrontar: la fidelidad.       Por un lado, tenemos la imagen de San Juan Bautista que, sin temor, no duda en denunciar la mala manera en la que el rey esta procediendo. Por el otro lado, tenemos a un rey, que pudiendo hacer lo correcto, prefiere matar a un inocente, que le interesa más el que dirán de él los invitados a su fiesta.      Juan ofrece su vida abiertamente, sin importar la consecuencia que ha de venir (la misma muerte); el otro se acobarda por una sociedad corrompida por el pecado. Esto nos hace reflexionar en nuestra vida y decidirnos en que postura queremos vivir.       Cristo ya se los había dicho a sus discípulos y nos lo dice también a nosotros: “El que no está conmigo, está contra mí”. No podemos quedarnos en una zona neutral, sino decidir dónde queremos estar: “el q

Sabiduría divina

  Viernes de la  XXI semana Tiempo Ordinario I Co 1, 17-25 Sal 32 Mt 25, 1-13      San Pablo es un hombre que sabe insistir. Desde su conversión, nunca dejó de anunciar el Evangelio de Cristo Resucitado. Para algunas personas, este mensaje es una necedad, una locura, un desperdicio de tiempo, pero para nosotros es fortaleza en el camino y confianza plena en este Dios que nos ha salvado por medio de su Hijo muy amado.      Hay muchos hombres que se glorían de la sabiduría humana, en ir incrementando sus conocimientos terrenos, pero por desgracia se mantienen ignorantes a la sabiduría de Dios. El Señor no ha querido manifestar su sabiduría por medio de las ciencias humanas, sino que lo ha hecho por su Hijo Jesucristo, crucificado, muerto y resucitado para nuestra salvación.      Jesús, en la sabiduría de su mensaje, nos va mostrando el camino a seguir. Nos enseña el valor de cada una de las cosas a nuestro alrededor: el valor que debemos dar a las relaciones con los demás, la i

Fieles y santos servidores

  Jueves de la  XXI semana Tiempo Ordinario I Co 1, 1-9 Sal 144 Mt 24, 42-51      Durante las siguientes semanas estaremos escuchando la primera carta que San Pablo dirigió a la comunidad de Corintio. En ella nos iremos encontrando diferentes temas que deben mover la vida del hombre a una continua conversión, a una entrega cada vez más fiel y total de nuestra persona.      En este inicio de carta, el día de hoy nos encontramos un elemento sorpresivo. Pablo se dirige a la comunidad llamándolos “santos”: “A todos ustedes, a quienes Dios ha santificado en Cristo Jesús y que son su pueblo santo”. El Apóstol ha vivido ya con la comunidad, sabe de sus logros, de su constante lucha por estar en el camino de Dios. Es por eso por lo que no duda en llamarles de esa manera.      No olvidemos que esta es una realidad de la cual Jesús nos ha dicho que debemos de aspirar, de trabajar día a día. El mismo Cristo nos va santificando por medio de su Espíritu Santo. Ya no tenemos excusas para n

Manos a la obra

  Miércoles de la  XXI semana Tiempo Ordinario II Ts 3, 6-10. 16-18 Sal 127 Mt 23, 27-32      En todas partes podemos encontrar gente que es perezosa. Sea cual sea el motivo de que sean así, algo nos queda claro cuando los vemos: no quieren hacer más que el mínimo de lo que les toca hacer. De hecho, constantemente buscan como escaparse del trabajo que les corresponde, se aprovecha de la buena voluntad de los otros, vive a costa de los demás, etc.      Todos estamos llamados a contribuir en la misión de Jesucristo: a cada uno de nosotros le corresponde llevar a cabo la encomienda que Dios nos ha dado. Es aquí donde la llamada de San Pablo toma más fuerza, ya que él nos invita a aportar la parte del trabajo que nos corresponda.      El ejemplo de Pablo, como el de Cristo, nos muestra que estamos llamados a contribuir y trabajar en la construcción del Reino de Dios, haciendo fructificar los talentos que el Señor nos ha regalado y no desperdiciarlos o enterrarlos bajo tierra con

No descuidemos lo importante

  Martes de la  XXI semana Tiempo Ordinario II Ts 2, 1-3a. 14-17 Sal 95 Mt 23, 23-26      A lo largo de la historia ha habido muchas personas anunciado el fin del mundo. Se han equivocado en todas y cada una de esas predicciones, haciendo este tema un poco más pacifico entre la humanidad. Por desgracia, sigue habiendo muchos afanándose en este tema, dando mensajes repetidos o perturbadores para inquietar a las personas.      Recordemos que para nosotros la revelación es la que ha dado Jesucristo, la cuál está contenida en el Evangelio y en las Sagradas Escrituras. En ella encontramos como Dios nos ha hablado y nos ha dicho lo que quería decirnos.      Con relación a lo que se decía en la primera lectura, el “fin del mundo”, recordemos que estamos en las manos de Dios. Jesús siempre nos advirtió en cuestiones de este tema, cuando nos decía: “nadie sabe ni el día ni la hora” (Mt 25, 13). Aquí bien valdría el consejo que dan San Pablo: “Mantengámonos firmes en la fe”. Es el mism

¡Ven y lo verás!

  San Bartolomé, Apóstol Fiesta  Ap 21, 9b-14 Sal 144 Jn 1, 45-51      Celebramos hoy la fiesta de San Bartolomé, Apóstol, mejor conocido como Natanael, cuyo nombre significa “Dios ha dado”. Proveniente de Caná de Galilea y muy probablemente testigo del primer signo realizado por Jesús en aquel lugar (las Bodas de Caná).      En el Evangelio, nos encontramos a un Felipe que corre a comunicarle a Natanael que han encontrado a “ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas: Jesús el hijo de José, el Nazareno”. Pero ¿cuál es la reacción de Natanael? Un prejuicio muy fuerte: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?".      Esta respuesta, de cierto modo, nos permite ver que el Mesías no podía provenir de una aldea tan oscura, pero al mismo tiempo pone de relieve la libertad y grandeza de Dios, que sorprende nuestras expectativas, manifestándose en donde menos lo esperamos. Recordemos que el Señor “humilla a los poderosos y enaltece a los humildes” (Lc 1, 52): ¿no

Y tú ¿quién dices que soy yo?

  Domingo XXI Tiempo Ordinario Ciclo “A” Is 22, 19-23 Sal 137 Rom 11, 33-36 Mt 16, 13-20      En el pasaje evangélico que hoy hemos meditado, se nos muestra dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consiste en un conocimiento externo. A la pregunta de Jesús, “¿quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”, los discípulos responden: “unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”. Es decir, a Cristo se le considera como un personaje religioso conocido, como algunos de los ya mencionados.      Después se dirige a sus discípulos con la siguiente pregunta: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? A lo que Pedro responde: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Aquí el conocimiento no se queda en lo natural; la fe de Simón ve más allá de simples datos históricos, siendo capaz de comprender el misterio de la persona de Jesucristo.      Recordemos que la fe no es un atributo humano, un esfuerzo personal o un acto de la razón,

Verdaderos cristianos

  Sábado de la  XX semana Tiempo Ordinario Ez 43, 1-7a Sal 84 Mt 23, 1-12      Con esta visión que Dios le regala al profeta, Ezequiel pretende alentar al Pueblo de Israel. Les recuerda que no todo van a ser malas noticias, que en medio de las problemáticas que están padeciendo hay un rayo de esperanza.      Dios promete levantar un nuevo templo en medio de la comunidad, aun más grande y decoroso de lo que ellos habían escuchado anteriormente. Al ver que lo más sagrado del pueblo de Israel ha sido derrumbado, el Señor no duda en levantar un nuevo templo más grande y decoroso. Lo mismo quiere hacer en nuestra vida: quiere que renunciemos al hombre viejo, que apartemos de nosotros el corazón de piedra, desea que nos revistamos del hombre nuevo, con el corazón de carne que Él nos da por medio de su Espíritu.      Dios nos recuerda que no solo será aquel protector de Israel, que lo defenderá de sus enemigos, que le va a proveer de todo lo necesario, sino que Él mismo habitará en

El mandamiento principal

  Viernes de la  XX semana Tiempo Ordinario Ez 37, 1-14 Sal 106 Mt 22, 34-40      A lo largo de nuestra vida podemos caer en la tentación de pensar y creer que este mundo no tiene futuro, que la comunidad de creyentes es estéril o que alguna persona determinada no tiene remedio. Pero Dios nunca desiste, siempre seguirá estando su amor para con nosotros y nos llamará a llevar a cabo nuestro proyecto de vida.      Ciertamente hay instantes de nuestra vida donde nos domina la desesperanza como lo dice Ezequiel: “nuestros huesos están secos, nuestra esperanza ha perecido, estamos destrozados”. Al igual que el profeta podríamos preguntarnos: “¿podrán revivir esos huesos?”.      Pero, como ya muchas veces lo hemos hecho, experimentamos que la Palabra de Dios es viva y eficaz y que su Espíritu sopla sobre lo que parece incambiable, muerto: “vino sobre ellos el espíritu y revivieron y se pusieron de pie: era una multitud innumerable”.      Ezequiel anuncia la vuelta del destierro y

Purifícame, Señor

Jueves de la  XX semana Tiempo Ordinario Ez 36, 23-28 Sal 50 Mt 22, 1-14      Por medio de Jesucristo hemos recibido el Espíritu de Dios, que nos hace clamar Abba, es decir: Padre. Ese mismo Espíritu quiere renovarlo todo en nuestra vida: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu santo que se nos ha dado” (Rm 5, 5).      Como Iglesia, estamos llamados a ir transformando nuestras vidas, el cambiar aquello que no nos acerca al Señor. Podemos decir que podemos empezar por un trasplante de corazón, como lo menciona el profeta en la primera lectura: “arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne”. Esto no es un cambio superficial, sino que va a lo más profundo del ser.       Dios obra por su Espíritu, pero necesita de nuestra colaboración. Por parte del pueblo debe de existir una sincera conversión, así como nos lo ha presentado el salmista: “Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme… mi s

Dios de bondad

Miércoles de la  XX semana Tiempo Ordinario Ez 34, 1-11 Sal 22 Mt 20, 1-16      El día de hoy nos toca reflexionar la parábola de los jornaleros contratados a diferentes horas del día. En ella, todos fueron tratados con la misma consideración y recibieron lo conveniente para cada uno de ellos. En principio, nos parecería injusto la actitud de contratista ante aquellos que trabajaron más tiempo, pero todos fueron tratados con bondad, recibieron lo que él les había prometido.      Al reflexionar sobre este sentido de bondad del propietario, aparece el sentimiento de la envidia de los primeros trabajadores, que han recibido lo mismo que los que laboraron una sola hora. Alguna vez todos hemos padecido la envidia, ya sea por ser el sujeto envidioso o por sufrir las consecuencias de aquellos que nos envidian.      El evangelista quiere contraponer la envidia con la bondad. La bondad es aquel acto natural por inclinarse a hacer el bien, lo correcto. Así como ese propietario: dio a todos lo mi