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Mostrando entradas de diciembre, 2020

"Última llamada"

  Séptimo día dentro de la Octava de Navidad I Jn 2, 18-21 Sal 95 Jn 1, 1-18      Tanto la primera lectura, como el Evangelio, nos han hablado de lo principal que estamos celebrando en este tiempo de Navidad: el misterio de Jesucristo, el Emmanuel, el Dios-con-nosotros que se ha encarnado.       Teniendo en mente esta idea, podemos concluir bien el año y disponernos a comenzar el siguiente, ya que Cristo es el centro de la historia de la humanidad. Dios Todopoderoso, por la encarnación de su Hijo, se ha incorporado en la historia del hombre para salvarnos, comunicándonos su propia vida.      Terminar este año y empezar el que viene en el ambiente de la Navidad, nos invita a pensar en cómo estamos llevando las riendas de nuestra vida, cómo estamos atendiendo al llamado que Dios nos hace, cómo estamos respondiendo al plan salvador del Señor.      Este año, que ha sido muy atropellado por todo lo que hemos vivido como humanidad, es bueno que lo concluyamos de una manera reflex

"Opción por Cristo"

  Sexto día dentro de la Octava de Navidad I Jn 2, 12-17 Sal 95 Lc 2, 36-40      El extracto de la carta de San Juan, que hoy hemos meditado en la primera lectura, nos pone ante un dilema: en nuestra vida, ¿seguimos los caminos y criterios de Dios, o nos dejamos seducir y contaminar por los del mundo? ¿En verdad nos sentimos libres de las pasiones terrenas, de la codicia, de la arrogancia del dinero o cosas equivalentes?      Que bien nos hace reconocer, sin atormentarnos o hacernos las víctimas, que en esta Navidad nos encontramos en una constante lucha, ya que en este tiempo se nos pide una respuesta continua y fiel al cumplimiento de la voluntad del Padre.      Para que se puede decir que nosotros hemos vencido a las tentaciones y fuerzas del maligno es necesario decirle “si” al Señor y “no” a las seducciones de Satanás. El que le dice “si” a Jesús, no puede decir “si” al maligno: “Ningún siervo puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o se apeg

"Ser luz desde el amor"

  Quinto día dentro de la Octava de Navidad I Jn 2, 3-11 Sal 95 Lc 2, 22-35      “Un guía es alguien que inspira para la vida” (César Bona). Y vaya que las palabras de Juan, que hemos escuchado en la primera lectura, se puedan tomar como un indicador a seguir. Podemos decir que la Luz del Hijo de Dios a entrado en nosotros en la medida en que progresemos en el amor a los hermanos.      “Quien ama a su hermano, permanece en la luz y no tropieza”. Si no hacemos esto, todavía nos situamos en las tinieblas y la Navidad pasó de largo. Este pensamiento no necesita muchas explicaciones: la Navidad es luz y amor por parte de Dios y también debe serlo de nuestra parte para Él y el prójimo.      El amor de Dios es una total entrega a la humanidad: “tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Por eso Jesús lo comparte a sus Apóstoles en el cenáculo: “Yo los he amado; ámense los unos a los otros” (cfr. Jn 13, 34).

"Víctimas inocentes"

  Santos Inocentes, Mártires Fiesta I Jn 1, 5-2, 2 Sal 123 Mt 2, 13-18      El día de hoy celebramos la fiesta de los Santos mártires Inocentes. Aún inmersos en este ambiente festivo de la Navidad, no podemos ignorar este mensaje que la liturgia nos quiere trasmitir.      Por un lado, se nos manifiesta la plena y total disposición que tiene San José ante el designio salvador de Dios, cumpliendo y aceptando su voluntad. Por otro lado, contemplamos la injusticia, que frecuentemente encontramos en nuestra vida (en el Evangelio se nos muestra concretamente en la matanza a los niños Inocentes). De manera que esto nos debe de llevar a tomar una actitud y respuesta personal.      ¿De qué lado me encuentro? No es difícil discernir al respecto en este asunto: o nos abandonamos y confiamos en el Señor, cumpliendo con todo lo que nos pide (como lo hizo san José),  o seguimos sumergidos en nuestros egoísmos e intereses personales, dejando fuera de nuestra vida a Dios (como lo hizo Herod

"La Santa Familia"

  La Sagrada Familia de Jesús, María y José Gn 15, 1-6; 21, 1-3 Sal 104 Hb 11, 8. 11-12. 17-19 Lc 2, 22-40      En este domingo, después de haber celebrado la Natividad del Señor, siguiendo en este ambiente de alegría y gozo, la Iglesia nos invita a contemplar a la Sagrada Familia de Nazaret; Jesús, María y José.      Celebrar esta fiesta en este tiempo es lo más adecuado, ya que la Navidad es, por excelencia, la fiesta familiar. Así lo pueden demostrar nuestras costumbres y tradiciones, ya que en este tiempo nos reunimos como familia para cenar, celebrar el Nacimiento de Dios, de intercambiarse felicitaciones y algunos presentes.      ¡Qué tan grande no será una familia que el mismo Señor nació en una! Jesús quiso nacer y crecer en una familia humana: tuvo a la Virgen María como su madre y al señor san José como padre. Ellos cuidaron de Él, los criaron, lo educaban con amor. La familia de Jesucristo merece con toda certeza el titulo de “santa”, ya que el mayor anhelo de est

"Seguir los pasos de Cristo"

  San Esteban, Protomartir Fiesta Hch 6, 8-10; 7, 54-60 Sal 30 Mt 10, 17-22      En este marco celebrativo de la Navidad, la liturgia nos presenta al primer mártir de la Iglesia, aquel primer hombre que dio su vida por Jesús: San Esteban. Este acontecimiento nos recuerda que la cruz está cerca de aquellos que pretendemos seguir los pasos del Maestro.      Como nos lo ha presentado la Sagrada Escritura este día, Esteban era un hombre que estaba lleno de la gracia y el Espíritu Santo. Desempeñó su ministerio como uno de los primeros siete diáconos de la Iglesia Antigua, donde servía a sus hermanos y cumplía su misión, la cual consistía en ser testigo del Señor resucitado por medio de la proclamación de su palabra.      En el relato que hemos meditado en los Hechos de los Apóstoles, vemos que existe un claro paralelismo entre el martirio de San Esteban y la muerte de Jesucristo. Esteban no sólo muere por el Señor, sino que muere como Él, perdonando a sus verdugos y poniendo su

"El Verbo se hizo carne"

  La Natividad del Señor (Misa de la día) Is 52, 7-10 Sal 97 Hb 1, 1-6 Jn 1, 1-18      Estamos celebrando uno de los misterios más grande de Dios en medio de la humanidad: el misterio de la Encarnación, el misterio del Amor. Podemos contemplar el Amor de Dios encarnado en su Hijo, el cual, nos hace experimentar y sentir la cercanía de Dios, un Dios que está con nosotros, el Emmanuel. Jesús Encarnado hace cercano a Dios.        Aunque la visión de Isaías se refiere a aquellos centinelas que están vigilando a que su Señor regrese y así poder comunicárselos a su pueblo, esta alegría nos llega a todos, puesto que nuestros propios ojos han visto al Señor. Por ello, también nosotros como estos centinelas, saltemos de gozo y de alegría, porque se ha encarnado el Amor, nos ha llegado la Salvación, se ha cumplido el plan de Salvación por parte de Dios.       Sí, Dios fue hablando a lo largo de la historia de la humanidad de muchas maneras, pero veía que su voz no era escuchada como É

"Bendito sea el Señor, Dios de Israel"

  Tiempo de Adviento: 24 de Diciembre  (ferias mayores) II S 7, 1-5. 8-12. 14. 16 Sal 88 Lc 1, 67-79      Estamos a unas cuantas horas de celebrar la Navidad del Señor. Es por eso, que la Palabra de Dios nos hace una invitación a dar gracias, alabando la venida inminente del Salvador, el cual, quiere derramar sus bendiciones a todo el pueblo, cumpliendo así la promesa hecha a nuestros primeros padres.      En la primera lectura nos encontramos con David, aquel que había sido elegido y constituido rey para el pueblo de Israel, que desea construirle una casa al Señor. En principio, parece que David tiene una gran iniciativa para con Dios, muy probablemente por todo lo que ha logrado experimentar en su vida: cómo fue elegido de entre sus hermanos; cómo lo había liberado de la mano de sus enemigos; cómo había logrado consolidar a su pueblo. El rey sabe que está en deuda con el Señor, por eso quiere construirle una casa.      Pero el Señor quiere mostrarle los planes que tiene so

"Nosotros-con-Dios"

  Tiempo de Adviento: 23 de Diciembre  (ferias mayores) Ml 3, 1-4. 23-24 Sal 24 Lc 1, 57-66      Recordemos que la misión de un profeta es comunicar al pueblo de Dios las revelaciones que Él le ha hecho. Es por lo que el profeta Malaquías, en el siglo V antes de Cristo, se dirige a la comunidad, invitándolos a una restauración política y religiosa, ya que están cayendo en muchos abusos: los invita a reconciliarse con Dios.      Dios nunca abandona a su pueblo y, es por eso, que anuncia reformas en esta estructura. Para eso, envió a un mensajero que prepare el camino del mismo Señor. La misión de aquel hombre será que los hombres se “conviertan de corazón”.      Por esa razón, el evangelista Lucas nos ayuda a darle más suavidad al tema, invitándonos a reconocer la venida del Señor: “miren y levanten la cabeza; se acerca el día de su liberación” (Lc 21, 28). Eso sí, eso implica un compromiso de nuestro caminar por las sendas del Señor, haciéndolo con lealtad y rectitud, guardan

"Gracias, Señor"

  Tiempo de Adviento: 22 de Diciembre  (ferias mayores) I S 1, 24-28 I S 2 Lc 1, 46-56      Saber alabar y agradecer a Dios con alegría, es una de las principales actitudes que debe tener el cristiano. Es la enseñanza que la liturgia de la Palabra nos quiere dar este día. Para ello, Ana y María nos enseñan cómo hacerlo en las circunstancias concretas de nuestra vida.      La Iglesia esta llamada a ser una comunidad de oración. De manera concreta, de orar alabando y bendiciendo a Dios, no sólo pidiendo su poderosa intercesión. Si nos damos cuenta, eso es lo que celebramos en la Santa Misa, ya que la Eucaristía se puede traducir como “acción de gracias”.      Ante la primera Navidad, María alaba a Dios. En su cántico podemos encontrar un resumen de la fe de Abraham y de todos los justos del Antiguo Testamento (como lo fue Ana). En el canto te María encontramos la alegría de los humildes de todos los tiempos, de los que necesitan la liberación del Señor en todo aquello que los

"Alégrate, el Señor está contigo"

  Tiempo de Adviento: 21 de Diciembre  (ferias mayores) Ct 2, 8-14 Sal 32 Lc 1, 39-45      La liturgia de la Palabra del día de hoy, tanto en la primera lectura, como en el Evangelio, rebosan de alegría: la novia que se encuentra con su amado y María que corre presurosa al encuentro de su Prima Isabel.      En el libro del Cantar de los Cantares nos encontramos a una novia que se encuentra con su amado. Ella se llena de alegría al ver cómo el novio a atravesado los montes para ir a visitarla. Todo alrededor es bellísimo, pero sobresale algo muy especial: el amor de los dos jóvenes que llenan la escena de encanto.      Es muy reconfortante que la liturgia nos hable de amor, de enamoramiento y de gratitud en medio de un mundo lleno de intereses económicos y egoísmos materiales. Es este lenguaje el que el Señor quiere utilizar para comunicarnos su mensaje: Dios, el novio, se dispone a salir a nuestro encuentro, si la humanidad (la novia) acepta su amor.      En el Evangelio,

"Heme aquí"

  IV Domingo de Adviento Ciclo “B” II Sm 7, 1-5. 8-12. 14. 16 Sal 88 Rom 16, 25-27 Lc 1, 26-38      Hemos llegado al cuarto y último domingo del Adviento y en él, la liturgia quiere prepararnos para vivir la Navidad, que cada vez está más próxima. Por ese motivo, Lucas nos invita a meditar en el relato de la anunciación del Arcángel Gabriel a la Virgen María.      Gabriel, tras visitar a María, le revela el proyecto que Dios tiene para ella, llamándola a que se convierta en la Madre de su Hijo. Primero que nada, fijemos nuestra mirada en esa sencilla mujer de Nazaret, aceptando con docilidad el mensaje divino con un “sí”, aún sin saber que implicará responder al llamado a la invitación hecha por el Señor.      María nos muestra una actitud de fe, la cual consiste en escuchar la Palabra de Dios y abandonarse completamente a ella, con plena disposición de mente y corazón. No se reserva nada para ella misma, todo lo pone en las manos del Padre, cuando responde al Ángel, “He aqu

"La gratitud de Dios"

  Tiempo de Adviento: 19 de Diciembre  (ferias mayores) Jc 13, 2-7. 24-25 Sal 70 Lc 1, 5-25      La liturgia de la palabra de este día nos presenta a dos mujeres que son estériles. En aquel tiempo se consideraba casi una maldición que una mujer no pudiera tener hijos. Sin embargo, en la Sagrada Escritura encontramos mujeres estériles con las que el Señor hace milagros.      ¿Por qué la Iglesia muestra este símbolo de esterilidad antes del nacimiento de Jesús? Porque Dios desea darnos una enseñanza: ese signo de infertilidad es la señal de que la humanidad es incapaz de dar un paso más, de que no puede por su propia cuenta alcanzar la meta, puesto que necesita de la gracia de Dios para lograr alcanzar sus proyectos-deseos.      Donde ya no hay vida, Dios es capaz de hacer brotar vida en abundancia. Eso mismo pasa en la actualidad: cuando parece que la humanidad está seca, que es incapaz de seguir avanzando en el proyecto de Dios, viene la gracia, viene el Hijo muy amado del p