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Mostrando entradas de diciembre, 2022

"Confía: Dios lo hace posible"

  Tiempo de Adviento: 19 de Diciembre  (ferias mayores) Jc 13, 2-7. 24-25 Sal 70 Lc 1, 5-25      La liturgia de la palabra de este día nos presenta a dos mujeres que son estériles. En aquel tiempo se consideraba casi una maldición que una mujer no pudiera tener hijos. Sin embargo, en la Sagrada Escritura encontramos mujeres estériles con las que el Señor hace milagros.      ¿Por qué la Iglesia muestra este símbolo de esterilidad antes del nacimiento de Jesús? Porque Dios desea darnos una enseñanza: ese signo de infertilidad es la señal de que la humanidad es incapaz de dar un paso más, de que no puede por su propia cuenta alcanzar la meta, puesto que necesita de la gracia de Dios para lograr alcanzar sus proyectos-deseos.      Donde ya no hay vida, Dios es capaz de hacer brotar vida en abundancia. Eso mismo pasa en la actualidad: cuando parece que la humanidad está seca, que es incapaz de seguir avanzando en el proyecto de Dios, viene la gracia, viene el Hijo muy amado del p

"¿Cómo es nuestra fe?"

  IV Domingo de Adviento Ciclo “A” Is 7, 10-14 Sal 23 Rm 1, 1-7 Mt 1, 18-24      Nos encontramos en el último domingo de Adviento, a unos cuantos días de celebrar el Nacimiento del Hijo de Dios. Por ello, sigamos preparándonos para vivir con plenitud el misterio del Amor encarnado.       Este fin de semana, se nos presenta un aspecto fundamental en la vida del creyente: la fe. Por ello, Isaías y San José nos mostraran el camino a seguir en esta virtud teologal.      En la primera lectura, al contemplar al Rey Ajaz presionado para asociarse a otros reyes y salir al combate ante otra nación, busca el consejo del sabio Isaías. Por ello, Isaías le invita a tener fe y tranquilidad, puesto que, en medio de las dificultades, es fundamental confiar en Dios.       Aunque la fe de Ajaz no es tan grande (puesto que él pesaba que Dios no tenía nada que hacer en esta circunstancia), no quiere tentar al Señor su Dios. A este hecho, Dios responde ofreciendo un signo: un niño, nacido de una mu

"¿Somos luz para Dios y los demás?"

  Viernes III Tiempo de Adviento Is 56, 1-3. 6-8 Sal 66 Jn 5, 33-36      Dichoso el hombre que prepara los caminos del Señor practicando la justicia y “ guardando su mano de obrar el mal ”. Y es lo que Dios quiere para todos. Por ello, reiteradamente nos invita por medio de los profetas a vivir preparados, con las lámparas encendidas, “ porque la salvación está para llegar y su victoria se revelará ”.        Dios ya no hace distinción. Nadie tiene que sentirse excluido de su proyecto salvífico. Todos aquellos hombres de buena voluntad serán admitidos en su Reino. Todas aquellas personas dispuestas a obrar bien se salvarán. Ya no es cuestión de raza, sino de cómo nos comportamos delante de Dios.        El Salmo 66 quiere hacer un realce de esto: “ que todos los pueblos te alaben… que conozca la tierra tus caminos… que todos los pueblos se salven ”.        Por eso, Juan Bautista ha anunciado que el tiempo ha llegado, que es necesario acercarnos definitivamente al Mesías: “ Con

"Con amor eterno te he amado"

  Jueves III Tiempo de Adviento  Is 54, 1-10 Sal 29 Lc 7, 24-30      Las palabras que nos dirige el profeta Isaías, en la primera lectura, es un precioso canto de amor entonado por el Señor, recordándole que estará siempre para su pueblo. Este poema está lleno de imágenes sorprendentes.      Dios es el esposo fiel; Israel, la esposa mal agradecida, que se ha apartado del amor de su amado, que le ha sido infiel y, por ende, ha tenido que vivir sumergida en medio del dolor, del abandono, de la vergüenza. Sin embargo, en su infinito amor, el Señor la invita a volver a su amor. Lo mismo sucede con nosotros: muchas veces nos hemos apartado o aprovechado de ese amor, pero el Señor vuelve a abrir los brazos de su misericordia para que volvamos a Él.      Si decidimos volver, nuestra vida recobrará sentido: ya no seremos estériles, sino que estaremos llenos de vida; ya no pasaremos vergüenza, sino que estaremos orgullosos de todo lo que Él ha hecho en nuestra vida; ya no viviremos su

"Salgamos al encuentro de Jesús"

  Miércoles III Tiempo de Adviento  Is 45, 6c-8. 18. 21b-25 Sal 84 Lc 7, 19-23      A lo largo de nuestra vida terrena nos debemos percatar de que el único que puede salvar es el Señor. Sólo a Él, el Todopoderoso, es al que deberíamos de clamar, pidiéndole que nos conceda la justicia y la salvación.      Los profetas, hombres elegidos por Dios para hablar a su pueblo y, a su vez, guías para orientarlo, constantemente les recordaba que Dios trasciende, de que Él es el único, el que está lleno de poder y de misericordia para su salvación.      De esta convicción, nos debe de quedar claro que el poder del salvador se manifiesta en la promesa del Señor hecha a su pueblo: “ Yo soy el Señor y no hay otro… Vuélvanse a mí y serán salvados, pueblos todos de la tierra, porque yo soy Dios y no hay otro ”. Pero no solo se manifiesta en el Antiguo Testamento, sino sobre todo se nos presenta en el mismo Jesucristo.      El Bautista envía a sus discípulos a presentarse ante Jesús. No sabe

"¿Humilde o soberbio?"

  Martes III Tiempo de Adviento  So 3, 1-2. 9-13 Sal 33 Mt 21, 28-32      Un medio eficaz para que el hombre sea grato a los ojos de Dios y logre salvarse, será la humildad. En cambio, la soberbia conduce a la pérdida. Podemos decir que la clave de la vida del hombre está en el corazón.      Sabemos que el humilde es un hombre que tiene apertura, que sabe arrepentirse, que acepta la corrección del otro y confía plenamente en el Señor. El soberbio es completamente lo opuesto: es arrogante, cerrado, no escucha la voz de Dios ni acepta sus equivocaciones. Pues este es el panorama que nos presenta la liturgia de la Palabra este día.      Lo descrito por el profeta Sofonías, en la primera lectura, es la de una ciudad rebelde, la cual, no aceptó la corrección que Dios le hizo, que prefirió la perdición a la salvación, que optó por seguir su soberbia en vez de dejarse tocar por el Señor. Pero también aparece el resto fiel, el cual se presenta ante Dios con humildad, pobreza y abando

"María de Guadalupe: Madre que siempre nos acompaña"

  Nuestra Señora de Guadalupe,  Patrona de América Solemnidad   Is 7, 10-14 Sal 66 Gal 4, 4-7 Lc 1, 39-48      “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de jubilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”. Así comienza el canto de María, el Magníficat, que, por medio de éste, la Virgen se convierte en la primera predicadora del Evangelio. María nos enseña que, para poder evangelizar, no son necesarias muchas palabras, sino que nos ofrece un método muy simple: caminar y cantar.      Así lo hemos meditado en el Evangelio de hoy: después del anuncio del Ángel, ella sale presurosa, no ansiosa, camino a la casa de su prima Isabel para apoyarle durante su embarazo; presurosa, recurrió a Jesús en las bodas de Caná cuando el vino faltaba; ella caminó hasta el Gólgota para estar de pie ante la cruz de su Hijo amado. Frente al umbral del dolor, no huyó, sino que caminó para estar ahí.      María, bajo el título de Nuestra Señora de Guadalupe, a

"¡Ánimo! No temas. El Señor vendrá a salvarte".

  III Domingo de Adviento Ciclo “A” Is 35, 1-6a. 10 Sal 145 St 5, 7-10 Mt 11, 2-11      Seguimos ahondando en este tiempo de Adviento: tiempo de preparación, de cambio, de conversión. Por eso, tenemos que recordar y motivarnos, como diría Isaías en su primera lectura; ¡Ánimo! No teman. Ya viene nuestro Dios a salvarnos.       Puede ser que ya nos hayamos aclimatado a este tiempo, que ya nos estemos acostumbrando a lo mismo de siempre, pero que, en el fondo de nuestra persona, no haya un verdadero deseo de cambiar nuestra manera de vivir y de preparar el camino del Señor. Tenemos que despertar, despabilar, ponernos a trabajar: ¡Ánimo! No Temas. El Señor viene para salvarnos.       Si nuestro pensamiento, nuestro interior se fuera preparando, podríamos descubrir que el Mesías esta cerca, que ya viene, puesto que comienzan a verse los signos que lo acompañan: " los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos brincan como un ciervo, los mudos cantan, los muertos resucitan ", los

"¿Por qué nunca estamos satisfechos?"

  Viernes II Tiempo de Adviento  Is 48, 17-19 Sal 1 Mt 11, 16-19      El proverbio que emplea Jesús en el Evangelio que hemos meditado, es cómo esos niños a los que se les da una cosa y no les gusta; les das lo contrario y tampoco lo quieren. Ese es el problema del pueblo de Israel: nunca está contento, se encuentra insatisfecho.      También en la actualidad existen cristianos que no están satisfechos por que no terminan de comprender lo que el Señor les enseña, no entienden las enseñanzas reveladas en el Evangelio. Al vivir de esa manera, se comienzan a buscar nuevos proyectos, dejando fuera del corazón la lógica de Jesús. Por ese motivo muchos terminan alejándose de Él o sumergidos constantemente en una vida de tristeza.      Pero Dios no quiere eso para sus hijos, sino todo lo contrario: la lógica de Jesús debería darnos plena satisfacción, su ejemplo de vida nos debe de llevar a ponerlo a la práctica en nuestra vida cotidiana.      Jesús nos habla muy fuerte este día, y

"Dios nos quiere consolar"

  Martes II Tiempo de Adviento  Is 40, 1-11 Sal 95 Mt 18, 12-14      El profeta Isaías viene a ser el portador de una voz la cual busca ser  consuelo para el afligido, y esta llamada viene a ser un adelanto de un Dios que perdona a través de su palabra y que va al encuentro de los desterrados, que allana lo escabroso; es una palabra que permanece siempre; es una palabra que construye donde sólo hay destrucción.      El destierro es una forma de arrancar de raíz a todo un pueblo de sus valores, de su cultura, una forma deshumanizada de arrancar de raíz toda acción divina-creadora. Actualmente podemos pensar en los refugiados que ha generado la guerra y el terrorismo actual.     ¿ Quién reconstruirá esos pueblos? Sólo la memoria de quienes superen tales realidades, y con la fuerza de Dios vuelvan a reestructurar sus vidas con un aliento de esperanza. Llevarles el consuelo de Dios es una acción profética tan actual que hace falta mucho coraje para permanecer de pie y admirar su

"Hemos visto cosas admirables en Él"

  Lunes II Tiempo de Adviento  Is 35, 1-10 Sal 84 Lc 5, 17-26      El profeta Isaías continua con su mensaje de alegría y para seguir iluminando al pueblo de Israel utiliza imágenes de la vida cotidiana. Hoy nos muestra ejemplo de la misma vida humana: manos débiles que recobran vigor, rodillas vacilantes que se hacen fuertes, cobardes que se llenan de valor.      Con esto, nos podemos dar cuenta de los planes que Dios tiene para su pueblo: ya no sufrirán penas ni aflicciones; Él curará a los ciegos, a los sordos, a los mudos y a los cojos; a todos les mostrará el camino de la verdadera felicidad. Podemos decir que entre el pueblo de Israel se dará un nuevo éxodo, ya que se acerca el día de su liberación.      Cómo no admirarse ante este panorama tan grato: Dios ha perdonado a su pueblo, lo libera de todas sus tribulaciones y sufrimientos, le devuelve la dignidad que habían perdido, les reitera el amor que tiene para con él.      De hecho, podemos encontrarle un sentido ple

"Preparemos el camino del Señor"

 II Domingo de Adviento Ciclo “A”                                                          Is 11, 1-10                                                                                 Sal 71                                                                          Rm 15, 4-9                                                                            Mt 3, 1-12      Hoy podemos encontrarnos con un domingo en el que Dios nos recuerde su fidelidad. Él es fiel y desea cambiar nuestra vida y quiere salvarnos: " arrepiéntanse, ya esta cerca el Reino de Dios ".       Dios se deja encontrar. Suscita en nosotros un deseo de vida nueva y hace posible un cambio (recordemos las palabras del profeta Oseas: “ Te llevaré al desierto y le hablaré a tu corazón ”).       El Bautista no exige ser justos, sino más bien invita a abandonar la hipocresía o tentativa de engañar a Dios: " no digan que son descendientes de Abraham ". Por eso Juan es sincero, porque sabe que su bautizo no servir