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Mostrando entradas de febrero, 2021

"Luz para superar las tinieblas"

  II Domingo de Cuaresma Ciclo “B” Gn 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18 Sal 115 Rm 8, 31b-34 Mc 9, 2-10      Este segundo domingo del tiempo de Cuaresma se caracteriza por ser el domingo de la Transfiguración del Señor. Una vez que se nos ha invitado a seguir a Jesús en el desierto, de afrontar y superar todas las tentaciones que se nos ponen en el camino, el Maestro nos propone subir con Él al monte Tabor, para contemplar en su rostro la gloria luminosa del Padre.      Contemplamos dos elementos esenciales: en primer lugar, Jesús sube con Pedro, Santiago y Juan a un monte alto. Allí “se transfiguró delante de ellos”: su rostro y vestiduras irradiaron una luz brillante, mientras aparecían junto a Él Moisés y Elías; y el segundo elemento es la voz que salía de aquella nube que envolvió la cumbre del monte: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”. Por lo tanto, tenemos claramente la presencia de la luz y la voz: la luz divina que resplandece de Jesucristo y la voz del Padre celestial que da

"Sin miedo a amar"

  Sábado I Tiempo de Cuaresma Dt 26, 16-19 Sal 118 Mt 5, 43-48      La idea del camino, que se nos describe en la primera lectura, describe bien nuestra vida y más en este tiempo cuaresmal. Aquello que Moisés le dijo a su pueblo, nos lo puede decir a nosotros en este momento: “te has comprometido con el Señor a ir por sus caminos”. En la Cuaresma, se nos recuerda que tenemos un camino propio a seguir, un estilo de vida que ir imitando, el cual, ha sido trazado y revelado por Dios.      Al igual que el pueblo de Dios, nosotros debemos de portarnos de la misma manera: debemos seguirlo sólo a Él. Por su parte, el Señor nos promete ser nuestro Dios, a ayudarnos en todo momento, a hacer de nosotros un pueblo consagrado, estirpe elegida, que dé testimonio de Él en medio del mundo.      Sólo ese camino nos llevará a la salvación, a la felicidad, a vivir una santa Pascua. Así como el Señor es siempre fiel, así nosotros debemos serle fieles, cumplir su voluntad “con todo el corazón y

"El amor nos lleva al perdón"

  Viernes I Tiempo de Cuaresma Ez 18, 21-28 Sal 129 Mt 5, 20-26      El día de hoy, las lecturas bíblicas que hemos meditado, nos invitan a pensar en nuestra conversión. Se nos recuerda también que cada uno de nosotros es responsable de sus propias actuaciones: no se vale echarle la culpa a los demás.      Dios quiere que todos sus hijos se conviertan a Él, que cada persona viva según sus designios, que camine siempre por su camino. Lo importante es que el pecador se convierta de todo corazón, ya que Dios lo espera con los brazos abiertos de la misericordia. Desafortunadamente, también está lo contrario a la conversión: que una persona lleva un buen camino y decida desviarse, cayendo en el pecado, alejarse del Señor.      Lo que si nos debe de quedar muy claro de Dios es esto: lo suyo no es castigar o atormentar al pecador, sino que quiere que todos se conviertan de esos caminos para que puedan vivir, estando dispuestos a acogerlo en su corazón. Lo hemos meditado en el Salmo:

"Ora: Dios siempre te escucha"

  Jueves I Tiempo de Cuaresma Est 14, 17k. 1-z Sal 137 Mt 7, 7-12      El día de hoy la liturgia de la Palabra nos ofrece una práctica sumamente importante en la vida del cristiano: la oración.       En la primera lectura contemplamos a la reina Ester, la cual es figura del pueblo de Dios en medio de las adversidades. De ella, desamparada, expuesta a la violencia de los poderosos de su tiempo, sostenida únicamente por la confianza que tiene en el Señor, brota una bella oración: “Señor mío, único rey nuestro, ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro defensor más que Tú”.      El libro de Ester no pertenece a un género histórico, sino que más bien está escrito con una intención religiosa y espiritual: animar a los lectores de cualquier época a depositar su confianza en Dios, ya que Él siempre está dispuesto a ayudarnos en nuestras luchas cotidianas contra el maligno.      Ester, en su oración, reconoce ante todo lo grande que es el Señor y la cercanía que ofrece al pue

"Jesús: signo de conversión"

  Miércoles I Tiempo de Cuaresma Jn 3, 1-10 Sal 50 Lc 11, 29-32      Hoy, tanto en la primera lectura como en el Evangelio, se nos presenta un personaje: Jonás, un profeta al cual se le considera un personaje de ficción. Con su sencilla historia se nos muestra el amor, la bondad y la misericordia de Dios, ante la conversión de todos los ninivítas.      Jonás ha sido el profeta enviado a Nínive para pregonar: “dentro de cuarenta días, Nínive será destruida”. Esta ciudad se había desviado del camino de Dios, se había dejado corromper por el pecado. Pero, al enterarse de que el pueblo será destruido, deciden convertirse al Señor de todo corazón.      Aquí no nos quedemos con los típicos comentarios pesimistas: “¡claro que se convirtieron! ¿Cómo no convertirnos al Señor si la destrucción se acerca?”; “Qué convenencieros: con esa advertencia, ¿quién no se convierte?”; “¡Obvio! Ya sentían el agua hasta el cuello”; bien dicen que “el miedo no anda en burro”.       Todo lo contrari

“Orar con sencillez”

Martes I Tiempo de Cuaresma Is 55, 10-11 Sal 33 Mt 6, 7-15      Podemos contemplar, en la primera lectura, que la palabra de Dios no vuelve a Él vacía, sino que realiza siempre su voluntad. Por ende, hemos de recibir la palabra de Dios con generosidad, colaborando con ella para que dé frutos abundantes: frutos de paz, frutos de amor, frutos de conversión.      Contemplamos a un Dios bueno, lleno de misericordia, que se preocupa por todas sus creaturas, especialmente sus hijos. En este camino cuaresmal, Dios baja a la tierra como lluvia que desea fecundar nuestro corazón, para que éste dé frutos agradables ante sus ojos. Nuestro ser pretende ser la tierra donde el Señor haga germinar una vida en gracia y santidad.      En nuestra libertad, podemos responder a este deseo de Dios. Y qué mejor testimonio para ello que el aceptar y cumplir con su Palabra. Una buena práctica penitencian en este tiempo puede ser el meditar y reflexionar en la Sagrada Escritura, para que, al meditarla y rezar

"Sobre ti edificaré mi Iglesia"

  Cátedra de San Pedro Fiesta   I P 5, 1-4 Sal 22 Mt 16, 13-19      El día de hoy celebramos la fiesta de la cátedra de San Pedro y por medio de ella, la fe en Cristo, el Hijo de Dios. Recordemos en este día a aquellos primeros seguidores a los que Jesús llamó, acercándose a sus vidas en medio de sus tareas ordinarias.      Entre aquellos a los que llamó recordamos hoy a Pedro. Simón, que por todos es bien sabido, era un pescador rudo, al cual le ganaba el impulso, que en ocasiones se mostraba contradictorio; estaba seguro de entregarlo todo por Cristo y en el momento en donde las cosas se pusieron color de hormigas, lo negó y lo abandonó; pero también fue capaz de reconocerse pecador y dejarse encontrar por la mirada amorosa de Jesús. En él, muchos nos podemos sentir identificados o inclusive reflejados.      Es entonces donde nos podemos percatar de la maduración que se va dando en el camino de la fe que Simón ha recorrido: desde la conciencia humilde y sencilla de su debi

"Vencer la tentación para ser libres"

  I Domingo de Cuaresma Ciclo “B” Gn 9, 8-15 Sal 24 I P 3, 18-22 Mc 1, 12-15      En este primer domingo, de este tiempo litúrgico de la Cuaresma, el Señor nos hace una invitación a comprometernos e ir preparando el camino hacia la Pascua.      En el Evangelio contemplamos a un Jesús que, después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán e impulsado por el Espíritu Santo, se retiró durante cuarenta días al desierto, donde fue tentado por Satanás y pudo vencer todas las tentaciones con las que fue atacado. Siguiendo el ejemplo de nuestro Señor, también nosotros, los cristianos, entramos espiritualmente en el desierto de la cuaresma para afrontar, junto con Él, el combate contra el espíritu del mal.      Recordemos que la imagen del desierto en la Sagrada Escritura es una manera muy elocuente de mostrarnos la condición humana. Traigamos a nuestra memoria la liberación de Israel: el libro del Éxodo nos narra cuál fue la experiencia del pueblo, el cual peregrinó por cuarenta

"Dios transforma todo"

  Sábado después de Ceniza Is 58, 9b-14 Sal 85 Lc 5, 27-32      Isaías nos sigue enseñando cuáles son los caminos de Dios y qué es lo que Él desea para nosotros durante este tiempo de la Cuaresma. El profeta recoge algunas formas de proceder, las cuales manifiestan una auténtica penitencia, convirtiéndose en fuente de luz y de alegría para todos aquellos que la pongan en práctica.      Cuando realizamos una obra de caridad hacia el prójimo, estamos saliendo de nosotros mismo, de nuestro egoísmo, siendo está la mejor conversión, la verdadera penitencia que le agrada al Señor. No sólo se trata de realizar obras de caridad desde lo material (como lo puede ser dar limosna, ayudar en la enfermedad o a los más vulnerables), sino todas las que derivan del amor (como lo es la disposición, el servicio, la entrega, etc.).      Por ese motivo, como lo repetíamos en el Salmo, le pedimos al Señor que nos “enseñe sus caminos”. Tenemos que solicitar a Dios que nos escuche, que tenga piedad

¿Cuál es el ayuno que Dios quiere?

  Viernes después de Ceniza Is 58, 1-9 Sal 50 Mt 9, 14-15      Vaya panorama que nos muestra el profeta Isaías en la primera lectura: un pueblo que se queja ante el Señor porque no hace caso de los ayunos que Israel le presenta. Tenemos que distinguir entre lo formal y lo real. Para Dios, un ayuno no consiste únicamente en privarse de ciertos alimentos, y luego pelearse contra el prójimo.      Nos dice el profeta: “Es que el día en que ustedes ayunan encuentran la forma de hacer negocio y oprimen a sus trabajadores. Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar, para dar puñetazos sin piedad”. El Señor reprocha a su pueblo, condenando la hipocresía con la que se realiza dicha práctica: “Ese no es un ayuno que haga oír en el cielo la voz de ustedes”.      En este tiempo de Cuaresma, deberíamos descubrir cuáles son las mascaras de las apariencias que empleamos en el ejercicio del ayuno, la caridad y la oración. Un cristiano que hace penitencia debe mostrarse alegre, ser genero

¿Por cuál camino vamos?

  Jueves después de Ceniza Dt 30, 15-20 Sal 1 Lc 9, 22-25      ¡Vaya manera de iniciar nuestro tiempo litúrgico de la Cuaresma! Nos dice el autor sagrado en el libro del Deuteronomio: “Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien o la muerte y el mal. Si cumples lo que yo te mando hoy, amando al Señor tu Dios, siguiendo sus caminos, cumpliendo sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y te multiplicarás”.      Aquella decisión de Moisés ante su pueblo es la que el día de hoy debe de hacerse cada cristiano. Esto no es una decisión fácil, ya que nos resulta demasiado sencillo dejarnos llevar por las seducciones de la vida, por las situaciones por las que estemos pasando o por ciertas costumbres que hemos arraigado en nuestra existencia. Es más fácil, en definitiva, servir a otros dioses que al Señor.      Es por es que, al iniciar este tiempo de Cuaresma, debemos de elegir entre Dios y el mundo, entre aquellos dioses que no tienen el poder de darnos nada. Hoy se nos invita

"Aún puedes: vuelve al Señor"

  Miércoles de Ceniza Jl 2, 12-28 Sal 50 II Co 5, 20-6, 2 Mt 6, 1-6. 16-18      El día de hoy estamos comenzando un nuevo camino cuaresmal. Un camino que se extiende durante cuarenta días, el cual nos conducirá al gozo de la Pascua del Señor, de la victoria de la vida sobre la muerte. Las lecturas que hemos reflexionado este día nos ofrecen algunos puntos a los cuales estamos llamados a convertirlos en actitudes concretas en esta Cuaresma.      En primer lugar, el llamado que el profeta Joel dirige al pueblo de Israel: “Todavía es tiempo: vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos, con lagrimas, con llantos; enluten su corazón y no sus vestidos”. Convertirse “de todo corazón”, significa desde el centro de nuestro ser, de nuestros pensamientos, con un gesto de total libertad.      ¿Será posible este retorno a Dios? Por supuesto que sí, ya que existe una fuerza que no habita en nuestro corazón, sino que brota del mismo corazón de Dios. Esa fuerza se llama misericordia. El mism

"¿Por qué anida la maldad en el corazón del hombre?"

  Martes VI semana Tiempo Ordinario Gn 6, 5-8; 7, 1-5 Sal 28 Mc 8, 14-21      El hombre es capaz de destruir todo lo que Dios ha hecho. Inclusive es capaz de hacer que Dios se arrepienta de haberlo creado. Parecería que el hombre es más poderoso que Dios, puesto que es capaz de terminar con todo lo bueno que Él ha formado.       Desde los primeros capítulos de la Sagrada Escritura contemplamos el alcance de la maldad que habita en el corazón del hombre: Adán y Eva desobedecen a Dios; Caín mata a Abel; la destrucción de Sodoma y Gomorra; la soberbia en la construcción de la Torre de Babel.      El hombre ha anidado el mal dentro de su corazón. Con esto, no quiero verme pesimista o negativo, sino realista. Es muy cierto que el hombre es capaz de destruirlo todo, hasta la fraternidad (el caso de Caín y Abel). Incluso las noticias: en su inmensa mayoría nos hablan de destrucción, de atrocidades, de corrupción, etc.      ¿Qué le está pasando al corazón del hombre? Probablemente