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Mostrando entradas de marzo, 2021

"El Amor no es amado"

  Miércoles de la Semana Santa  Is 50, 4-9 Sal 68 Mt 26, 14-25      El hombre, por naturaleza, es sociable y busca relacionarse con el otro: “no es bueno que el hombre este sólo” (cfr. Gn 2, 18). Durante nuestro peregrinar en este mundo, nos vamos relacionando con diferentes personas que, con el paso del tiempo, se convierten en excelentes amigos.      Jesús tenía esto muy presente, ya que Él mismo fue estrechando lazos tan cercanos con sus Apóstoles: “A ustedes ya no los llamo siervos, sino amigos” (Jn 15, 15). Cristo sabía la importancia de los amigos y día con día luchó por forjar excelentes amistades con los suyos. Por desgracia, no todos hemos sabido responder a la amistad que el Maestro nos ofrece. El ejemplo más claro de rechazar a Cristo es el de Judas Iscariote.      Desde un principio Jesús quería que Judas estuviera cerca de Él. Después de haber pasado toda la noche en oración, comenzó a llamar a sus Apóstoles, para que estuvieran con Él. Jesucristo llamó a Judas,

"Y tú ¿darías la vida por el Amor?"

  Martes de la Semana Santa  Is 49, 1-6 Sal 70 Jn 13, 21-33. 36-38      ¡Qué gran enseñanza nos deja el Evangelio el día de hoy! Observamos a un Jesús que se conmovió profundamente y declaró: “uno de ustedes me va a entregar”. Al igual que los doce Apóstoles, estás palabras nos pueden desconcertar. Por desgracia, esto sucede cada vez que nosotros decidimos darle la espalda a Jesús y traicionarlo. Y ¿cómo sucede esto? Cuando no vivimos acorde al Evangelio, cuando preferimos vivir una vida sumergida en el pecado.      En el momento en el que nosotros decidimos alejarnos del amor de Dios, cometiendo pecado, hacemos lo mismo que Judas: salimos del circulo de los amigos de Jesús y dejamos que las tinieblas reinen en nuestro corazón. Cada vez que nos alejamos de Jesús, repetimos el mismo gesto que el traidor.      Pero es en ese momento dónde se va a dar perfectamente el plan del Señor: ahora que Judas ha salido, ha sido glorificado el Hijo del hombre. Por el pecado de la traición,

"Derroche de amor"

  Lunes de la Semana Santa Is 42, 1-7 Sal 26 Jn 12, 1-11      La vida puede ser vista como una espiral. Un recorrido de curvas centradas que va pasando cíclicamente por los mismos sitios (meses, estaciones, temporadas, etc.), pero siempre a distinto nivel, porque en realidad nunca estamos en el mismo punto o lugar que el ciclo anterior. Hemos vuelto a iniciar una Semana Santa. Un año más, una vuelta más. En estos días se nos da la oportunidad de vivirla con profundidad, meditando y reflexionando sobre el gran amor que Dios nos tiene al entregar a su Hijo por nosotros, por nuestra salvación.      Contemplamos, en el libro del profeta Isaías, la figura del “siervo de Dios”, aquel que ha sido elegido, en quien Él se complace. El siervo actuará con una firmeza inquebrantable hasta que haya cumplido la tarea que se le ha confiado. Él se presentará con la fuerza del Espíritu de Dios, que lo sostiene, que le da la capacidad de entregarse por amor.      Por otra parte, en el relato e

"Miremos al Rey humilde"

  Domingo de Ramos Ciclo “B” Is 50, 4-7 Sal 21 Flp 2, 6-11 Mc 14, 1- 15, 47      El Domingo de Ramos es la puerta que nos conduce a la Semana Santa, tiempo en el que Jesucristo se dirige hacia la culminación de su misión, concluyendo su vida terrena. Él se dirige a Jerusalén para cumplir con las Escrituras, para ser colgado en la cruz, trono por el cual reinará por toda la eternidad.      Jesús entra en la ciudad santa montado en un asno. Es decir: en el animal de la gente pobre, de los campesinos sencillos y humildes. Lo hace en un burro que no le pertenece, pues lo pide prestado. No llega en un carruaje acorazado y elegante como los reyes, ni en un caballo como los grandes del mundo, sino en un asno que le han prestado. Con esto cumple lo que el profeta Zacarías profetizó: “No temas, hija de Sión; mira que viene tu Rey montado en un pollino de asna” (cf. Za 9, 9).      Con esta imagen podemos contemplar a un Jesús que decide reinar desde la pobreza, desde la sencillez. Qui

"Dejémonos renovar por Dios"

  Sábado V Tiempo de Cuaresma Ez 37, 21-28 Jer 31 Jn 11, 45-57      Estamos por comenzar la Semana Santa, estamos casi por entrar en las primeras vísperas del Domingo de Ramos y lo hacemos con sentimientos encontrados: a la entrañable y apremiante llamada de confianza, de la primera lectura, le sigue la amenaza latente de dar muerte a Jesús.      Encontramos en el libro del profeta Ezequiel la promesa de la restauración y el perdón de los pecados. Todavía más impresionante, Dios promete hacerlo todo de nuevo: borrar todo pecado y colmar el corazón de la certeza de que Él está cerca.       Creo pensar que en algún momento de nuestra vida hemos gozado de esa certeza, de esa paz, de saber que no hay nada que se le pueda comparar. La bondad será la señal de la presencia de Dios en el corazón del hombre y de esa bondad brotará la inmensa alegría del hombre.      El Señor quiere guardarnos, así como el pastor cuida de su rebaño. Sólo algo puede impedirlo: nuestra personal determi

"¿Estamos a la altura de Jesús?"

  Viernes V Tiempo de Cuaresma Jr 20, 10-13 Sal 17 Jn 10, 31-42      Por más oscura que sea la noche, por más difícil que parezca nuestra vida, siempre habrá lugar para la esperanza. Jeremías, un hombre de Dios, siente temor al saber que es perseguido, que intentan matarlo por hablar en nombre de Dios. El peligro es inminente: “Yo oía el cuchicheo de la gente”. Pero, al mismo tiempo, experimenta la certeza de un Dios que no lo abandona, sino que se convierte en su fuente de paz, pues a “Él ha encomendado su causa”.      Todos en algún momento de nuestra vida hemos experimentado este amargo sabor de boca, en donde todo parece convertirse en tinieblas y desesperación. Es en este momento en donde la Palabra de Dios quiere interpelarnos, invitándonos a la esperanza, a levantar nuestros ojos a Dios y recordar que todo tiene solución. Debemos saber esperar, pues todo llega para el que sabe esperar.      En el Evangelio nos muestra la cara más oscura de la condición humana: la envid

"Hemos hallado gracia ante Dios"

  Anunciación del Señor Is 7, 10-14 Sal 39 Hb 10, 4-10 Lc 1, 26-38      El día de hoy celebramos la solemnidad de la Anunciación a la Bienaventurada Virgen María. La Anunciación es una fiesta cristológica, ya que en ella se celebra el misterio central de Cristo: su Encarnación. Esta gran festividad se nos presenta, generalmente, en medio de la Cuaresma. Por ende, les invito a reflexionar sobre este estupendo misterio de fe, por el cual Dios nos dará la redención.      El evangelista san Lucas nos ha narrado la Anunciación del Señor de una manera humilde, oculta (únicamente María tuvo este encuentro), pero al mismo tiempo decisiva para la historia de la humanidad. En el momento en el que la Virgen dijo “sí” al anuncio del Arcángel Gabriel, Jesús se encarnó, comenzando así el momento más culminante de la Historia de la Salvación, la cual concluirá en la Pascua del Señor.      Al meditar el “sí” de María, nos damos cuenta de que es el reflejo perfecto del mismo Jesús, cuando Él

"¿Y si buscas la Verdad? ¡Te hará libre!"

  Miércoles V Tiempo de Cuaresma Dn 3, 14-20. 49-50. 91-92. 95 Sal 3 Jn 8, 31-42      “Bendito eres Señor; bendito sea tu nombre santo y glorioso” (Dn 3, 52). El himno de bendición del profeta Daniel, que hemos meditado, resuena en la liturgia de la Palabra, invitándonos a bendecir y alabar a Dios. Nos unimos a este cántico de acción de gracias y alegría, buscando cimentar nuestra vida en el amor y en el camino de la fe.      Al reflexionar el pasaje de la primera lectura, encontramos a tres jóvenes, presionados por el rey Nabucodonosor para adorar a sus falsos dioses. Pero estos jóvenes prefieren afrontar la muerte antes de traicionar al Señor. Ellos se llenaron de fuerza al “alabar, glorificar y bendecir a Dios”, pues tenían la certeza de que Dios no los abandonaría. Esto es muy cierto: el Señor nunca nos abandona como hijos, nunca se olvida de nosotros. Él es capaz de salvarnos y liberarnos de toda adversidad.      “Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderamente

"¿Qué envenena tu vida?"

  Martes V Tiempo de Cuaresma Nm 21, 4-9 Sal 101 Jn 8, 21-30      Durante nuestro peregrinar en este mundo podemos cometer muchos errores. Uno de ellos es el capricho que le tenemos a Dios, el cual nos imposibilita aceptar la manera de obrar en nuestra vida, llevando al hombre a caer en el desanimo o incluso en la murmuración contra Él, al igual que le sucedió al pueblo judío al ser liberado de la esclavitud del Faraón.      Hemos reflexionado en el libro de los Números la desolación vivida por Israel en el desierto y el episodio de las serpientes que mordían a la comunidad. Cuando el pueblo tenía hambre, Dios le respondió con el maná y las codornices; si tenía sed, le otorgaba agua; durante el día los cubría por medio de una nube y no sufrieran la fuerza del calor; por la noche una columna de fuego los mantenía calientes.      Desafortunadamente, el pueblo no soportó el viaje. Sucede algo parecido cuando las personas inician un proceso de conversión y de seguimiento al Señor

"Dios también está con nosotros en los momentos más difíciles"

  Lunes V Tiempo de Cuaresma Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-69 Sal 22 Jn 8, 1-11      Las dos lecturas que hemos meditado y reflexionado el día de hoy presentan un paralelismo: se trata de un juicio contra dos mujeres: Susana, la cual era inocente y la adúltera, que era pecadora. Ambas escenas tienen elementos en común y nos ayudan para experimentar el juicio misericordioso de Dios sobre nuestras iniquidades.      La historia que nos narra el profeta Daniel nos presenta dos ancianos que acusan a una mujer inocente. Pero el Señor ilumina al joven Daniel para impedir que se lleve a cabo una injusticia. Esta intervención oportuna del profeta nos recuerda que el único juez por excelencia es Dios, ya que Él juzga según el corazón y no las apariencias.      En Susana tenemos un ejemplo a seguir. Ella resiste con valentía a la solicitud de sus acusadores. Prefiere morir que pecar. Esta mujer opta por ser fiel, ya que confía en el Señor. Es cierto, la fidelidad puede costarnos demasiad

"Es la hora decisiva"

  V Domingo de Cuaresma Ciclo “B” Jr 31, 31-34 Sal 50 Hb 5, 7-9 Jn 12, 20-33      Este quinto domingo de Cuaresma, nos invita a contemplar sobre la decisión determinante tomada por Jesús, el entregarse completamente a la misión que el Padre le ha encomendado. Dios, que siempre ha salido a llamar al hombre, ha encontrado respuesta a esa llamada, y lo hace en su Hijo amado, dispuesto a ofrecer su vida por obediencia.      La Alianza que Dios había prometido desde toda la eternidad esperó hasta que el hombre, desde su libertad, diera respuesta a la llamada del Padre. El Señor esperaba y reiteraba día a día su llamada. Por amor, esperaba ser correspondido por el amado: Dios es amor y nos ama, y Él espera paciente a que correspondamos a ese amor.      El Evangelio del día de hoy, nos narra que algunos griegos, “querían ver a Jesús”. En esa petición, podemos descubrir la sed que experimenta el hombre por conocer a Dios, ya que el ser humano es religioso por naturaleza y tiende a b

"¿Reconocemos a Jesús?"

  Sábado IV Tiempo de Cuaresma Jr 11, 18-20 Sal 7 Jn 7, 40-53      Nos vamos acercando cada vez más a la celebración de la Pascua. Durante estos últimos días hemos contemplado la figura de Jesucristo, que camina con la firme determinación hacia el sacrificio de la cruz.      Cristo sigue siendo signo de contradicción para el pueblo de Israel: unos lo aceptan, otros los rechazan, algunos otros siguen indecisos. Los guardias que iban a apresar a Jesús quedan maravillados, puesto que nadie ha hablado como Él; los sumos sacerdotes y los fariseos no quieren reconocer al Mesías por motivos insignificantes: “de Galilea no ha salido ningún profeta”. Después de todo lo que ha realizado el Señor, ¿tan importante es el pueblo del que tiene que venir el Salvador?      Podemos contemplar a Jesús como el nuevo Jeremías: también Él es perseguido, condenado a muerte por aquellos que se escandalizan por su mensaje. Cristo será también “un cordero manso, que es llevado al matadero”. De la mism

"Hagamos lo que el Señor nos manda"

  San José Esposo de la  Santísima  Virgen María I S 7, 4-5. 12-14. 16 Sal 88 Rm 4, 13. 16-18. 22 Mt 1, 16. 18-21. 24      El día de hoy celebramos la solemnidad de San José, esposo de la Santísima Virgen María y patrono de la Iglesia universal. Recordemos que la Cuaresma es un camino de iluminación progresiva en la fe, es volver a ver los acontecimientos que nos rodean con los ojos de Dios. Y en esto, desde luego, tenemos a San José, verdadero Patriarca en la fe. José, apoyado en la esperanza, creyó e hizo lo que se le había mandado hacer.      Contemplamos en el Evangelio que “José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María como su mujer”. Ya desde esta afirmación, podemos contemplar la misión que Dios le confía a San José, la de custodiar. Pero ¿a quién ha de custodiar? A María y Jesús. Custodia que se prolongará a toda la Iglesia. San Juan Pablo II nos dice al respecto: “Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educació