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Mostrando entradas de mayo, 2020

Ven Espíritu Santo

Domingo de Pentecostés   Hch 2, 1-11 Sal 103 I Co 12, 3-7. 12-13 Jn 20, 19-23      En la actualidad, muchos hombres y mujeres viven volcados hacia el exterior, a los ruidos, a las prisas y la agitación del mundo. Al creyente le cuesta demasiado adentrarse en su interior, ya que tiene miedo de encontrarse consigo mismo, con su mediocridad, con el vacío de su interior.      Por otro lado, se ha producido un cambio muy profundo en la fe de muchos creyentes, tan fuerte que los ha alejado de su práctica religiosa. Hay muchos que ya no se acercan a rezar, otros que no participan de la Eucaristía dominical, otros que de plano no sienten la presencia de Dios dentro de ello.      Entonces: ¿qué puede significar hablar de Pentecostés? ¿Puede el Espíritu Santo liberarnos de la tentación de vivir huyendo de nosotros mismos? ¿Puede Él despertar en nosotros la fe que se ha perdido o se ha ido enfriando? ¿Puede uno, en el aquí y en el ahora, abrirse a la acción del Espíri

Sígueme

Sábado de la séptima semana de Pascua Hch 28, 16-20. 30-31 Sal 10 Jn 21, 20-25      Dios se alegra por todos los justos, a quienes ve como sus hijos amados en quien Él se complace. Pero no se olvida nunca de los pecadores, ya que no quiere que se destruyan, sino que se conviertan y vivan. Aprovechemos este tiempo de gracia para dejarnos encontrar por Dios, puesto que ha venido a rescatar y salvar lo que se había perdido.      Nuestro seguimiento con el Señor es una consecuencia de haberlo conocido, amarlo y estar comprometidos con Él y su Buena Nueva. Por ende, no podemos encerrar esa vida que Dios nos ha comunicado, sino que tenemos que trasmitirla a todo el mundo.      Ahora, el llamado que nos hace Jesús no supone sólo una vocación específica. Es cierto, todos somos elegidos por Él, pero el destino o la misión es diferente. Pablo nos enriquece en este asunto: "Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros

¿Me amas?

Viernes de la séptima semana de Pascua  Hch 25, 13-21 Sal 102 Jn 21, 15-19      Esta pregunta que formula Jesucristo a Pedro nos recuerda a todos los creyentes que la vitalidad de la fe no consiste en una comprensión meramente intelectual, sino más bien de amor: el que no ama, no puede comprender la fe cristiana.      La fe cristiana es una experiencia de amor. Por eso, creer en Jesucristo, es mucho más que sólo aceptar verdades acerca de Él. Creemos realmente cuando comenzamos a experimentar que Jesús se va convirtiendo en el centro de mi pensar, de mi vivir, de mi querer, de mi amar.      El amor a Cristo no puede ser auténtico mientras no se traduzca en un servicio al prójimo: el cuidarlo, procurar su bien, defenderlo en la adversidad, estará mostrando el grado de amor que tenemos por el Señor. Si en verdad amamos a Jesús, tenemos que dejarnos conducir por su Espíritu. Mientras uno es joven, va forjando sus propios caminos, sigue sus caprichos e ideales. U

Seamos uno

Jueves de la séptima semana de Pascua Hch 22, 30; 23, 6-11 Sal 15 Jn 17, 20-26      La misión de todo el que cree en Jesucristo es dar testimonio de su resurrección. Habrá quien lo acepte de buena gana, como quien lo rechace enardecidamente. Por ello, es necesario un auténtico compromiso con el Señor para poder ser testigos, como San Pablo. Animémonos a vivir nuestra unión con Cristo, ya que a partir de esa experiencia de amor podemos ser colaboradores de su salvación.      El Salmo nos ha dicho algo hermoso: “Dios es nuestro Padre, la parte que me ha tocado en herencia”. ¿Habrá algo mejor que esto? No lo creo. Nuestra vida está en sus manos. El Señor no permitirá que suframos corrupción, ya que, desde la Resurrección de Cristo, nuestra existencia a cobrado una nueva esperanza: gozar junto con Él de la gloria eterna que nos ha preparado. Por ello, debemos de aprender a caminar con fidelidad por el camino que Cristo nos ha enseñado.      Ahora bien, en el Evan

Cuídalos, líbralos, santifícalos

Miércoles de la séptima semana de Pascua  Hch 20, 28-38 Sal 67 Jn 17, 11-19      No estamos solos, ya que, tanto Jesús cómo San Pablo, nos han dejado en las mejores manos: estamos en las manos de Dios. Nos dirá el Apóstol: “Ahora los encomiendo a Dios y a su palabra salvadora”; Jesucristo pronuncia las siguientes palabras: “Padre Santo, cuida en tu nombre a los que me has dado”. Es así como nos percatamos de que en este peregrinar, no estamos desamparados, sino que somos sostenidos y cuidados por Dios.     Aunque San Pablo se dirige a los presbíteros de Éfeso, podemos hacer nuestras sus palabras. Se les aconseja a estos sacerdotes tener una actitud diligente para atender al rebaño que se nos confía; se nos invita a nosotros a cuidar y llevar a cabo lo que Dios nos ha encomendado. Se nos motiva y exhorta a custodiar la misión que Cristo nos ha designado en la vida.      Ahora, Pablo advierte de un peligro: “se introducirán lobos rapaces, que no tendrán piedad

Oración: fuente de la misión

Martes de la séptima semana de Pascua Hch 20, 17-27 Sal 67 Jn 17, 1-11      Hoy nos damos cuenta de que, tanto en la primera lectura, como en el Evangelio, se respira un clima de despedida: Pablo manda reunir a los presbíteros de Éfeso para decirles adiós y Jesús se despide de sus Apóstoles. En ambos casos se respira una atmósfera de oración.      Jesucristo, antes de padecer por toda la humanidad, quiere concluir la enseñanza dada a sus discípulos dirigiendo su oración al Padre, en la cual se resume toda su vida, buscando que ésta trascienda el espacio y tiempo, para que así, alcance a todos los hombres de todos los tiempos.      Aunque esta plegaria es catalogada como “oración sacerdotal” de Jesús, ya que en ella se expresa la línea sacrificial que llevará a cabo, encontramos otros matices, como el retorno de Jesús al Padre y la oración por la unidad de los suyos.      Todos los evangelistas nos hablan en varias ocasiones de la frecuencia con la que C

Tener valor

Lunes de la séptima semana de Pascua Hch 19, 1-8 Sal 67 Jn 16, 29-33      Pablo ha llegado a Éfeso. Recordemos que el Espíritu Santo le había impedido ir a Asia. Sin duda alguna, ahora el Apóstol se percata que es voluntad de Dios dirigirlo a esa ciudad, para continuar la obra de Dios, que ha sido iniciada por los discípulos de San Juan Bautista.      Ahora bien, San Pablo hace una pregunta natural para su evangelización: ¿han recibido el Espíritu Santo cuando abrazaron la fe? Esta interrogante tiene sentido, ya que anteriormente en el mismo libro de los Hechos de los Apóstoles había descendido sobre los discípulos, después sobre Cornelio y los paganos. Por esa razón, desea saber si ya ha sido depositado en ellos el Espíritu Santo.      Es aquí dónde se lleva una grata sorpresa: “no hemos oído siquiera que exista el Espíritu Santo”. ¿Cuál habrá sido la reacción de Pablo al recibir aquella respuesta? Me imagino que fue de sorpresa y a la vez de tristeza. Se ha

Subamos con Él

La Ascensión del Señor  Hch 1, 1-11 Sal 46 Ef 1, 17-23 Mt 28, 16-20      Una de las afirmaciones del Credo dice: “subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre”, dando por concluida la vida terrena de Jesús, para así pasar de este mundo a la diestra de Dios.      El Evangelio de Lucas nos podría iluminar bastante. El autor nos dice, que “cuando se completaron los días, Jesús toma la firme determinación de subir a Jerusalén” (Lc 9, 51). Jesús comprende que la meta está cerca, que llega su hora de ir al Cielo, pero sabe cuál es ese camino para acceder a esa Gloria: la Cruz.       El Catecismo de la Iglesia afirma: “Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32). La elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo” (CEC 662). Con esta afirmación, a nosotros nos debe quedar claro que entrar en la gloria del Padre exige el cumplimiento de su voluntad, sacrificios, estar abiertos a la conversión, v

Orar como Jesús

Sábado de la sexta semana de Pascua  Hch 18, 23-28 Sal 46 Jn 16, 23-28      Pablo ha iniciado su tercer viaje apostólico y lo comienza desde Antioquía, la cual, se ha convertido en el punto de referencia para la misión de los paganos conversos, de la misma manera que era Jerusalén para los judíos cristianos. Pero la atención se dirige a Éfeso, otra ciudad importante donde se han detenido Aquila y Priscila.      Tras la ausencia de Pablo, conocen a Apolo, un sobresaliente predicador que enseña la doctrina referente de Jesús, aunque de una manera incompleta, ya que sólo conocía hasta su bautismo. Ahora bien, ¿de dónde ha salido Apolo? No se tiene mucho conocimiento sobre cómo se fue trasmitiendo la fe en las primeras comunidades, pero ha de haber sido muy viva y eficaz por todos aquellos que se unían a la fe del Señor.     Esto vendrá a abrir nuevos horizontes sobre la organización que tenía la Iglesia primitiva: ciertamente contamos con un libro (Hechos de los

Nadie les quitará su alegría

Viernes de la sexta semana de Pascua Hch 18, 9-18 Sal 46 Jn 16, 20-23      A lo largo de la Sagrada Escritura hemos escuchado esta frase: “No tengas miedo”. Dios nos sigue animando a no temer, a no dejar que las circunstancias de la vida nos desanimen, nos atemoricen, nos roben la paz.       El Señor nunca nos abandonará, ya que Él se lo ha dicho a Pablo, “Yo estoy contigo”. El salmo 23, conocido como el del Buen Pastor nos recuerda que, “nada temo, porque Tú estás conmigo”. Si tenemos la certeza de que Dios está a nuestro lado no habrá temor en mi vida. Por ello, hay que pedir constantemente al Señor que abra los ojos de nuestro corazón para poder percibir su continua presencia en medio de nosotros.     Ciertamente que la estancia del Apóstol en Corinto no es sólo en cuestiones laborales, en donde se dedica a tener paseos por las sinagogas o trabajar solamente elaborando pieles para las tiendas. También surge la problemática, la dificultad, el conflicto. 

El gozo que viene

Jueves de la sexta semana de Pascua  Hch 18, 1-8 Sal 97 Jn 16, 16-20      “Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría". Que bellas palabras nos ha dicho Jesús para acompañarnos en estos días difíciles. Hoy el mundo tiene tristeza ante esta contingencia, se siente frustrado ante la realidad tan cruda que vivimos. ¿Por qué está pasando esto? ¿Qué mal hicimos? ¿Por qué Dios nos ha dejado solos? ¿Dónde está Dios en esta pandemia? Muchas preguntas más podrían surgirnos.      Jesús también sabe de nuestra incomprensión, como la de sus apóstoles: “Jesús comprendió que querían preguntarle algo”. Estoy seguro de que el Señor conoce todas las preocupaciones de la gran familia humana. Él sabe por lo que estamos pasando: aislamiento, depresión, ansiedad, fastidio, coraje, etc.       Dios sabe que el hombre está confundido. Por ello nos dice: “Ustedes están tristes, pero esa tristeza se transformará en alegría”. Por nuestra fragilidad nos hemo

En Dios vivimos, nos movemos y somos

Miércoles de la sexta semana de Pascua  Hch 17, 15-16. 22,-18, 1 Sal 148 Jn 16, 12-15      En nuestra sociedad actual nos damos cuenta de que existen diversas formas de pensar y que cada uno de nosotros tenemos parte de la verdad. Nosotros, los creyentes, sabemos que la única verdad absoluta es Dios: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Y Aquel que nos “guía a la verdad plena”, es el Espíritu Santo.      Esta verdad eterna involucra todo lo creado, pues el mismo San Pablo lo dice en su discurso en Atenas: “en Él somos, existimos y nos movemos”. Por ello, en la medida en que dejemos al Espíritu tomar posesión de nosotros, nuestro entendimiento será más claro.       Por otra parte, continuando con el viaje apostólico de San Pablo, nos percatamos que ha llegado a Atenas, la cuna de la civilización griega, la sede de la cultura, del saber, de la filosofía. Una realidad donde se tiene sed de conocimiento y de encontrar la verdad. Pero no sólo brilla