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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Se quedó con Él

  San Andrés, Apóstol Fiesta Rm 10, 9-18 Sal 18 Mt 4, 18-22      Hoy celebramos la fiesta de San Andrés, Apóstol. Desde el primer momento nos queda claro del gran prestigió del que gozaba este discípulo del Señor, puesto que aparece siempre en los primeros lugares de la lista de los Doce.      Lo Evangelios nos expresan claramente el vinculo sanguíneo que había entre Andrés y Pedro, así como la llamada que les dirigió Jesús: “Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar, porque eran pescadores. Entonces les dijo: Síganme, y los haré pescadores de hombres” (Mt 4, 18-19).      Andrés fue un hombre de fe y esperanza: un día escuchó a Juan el Bautista decir que Jesús era el “Cordero de Dios” y desde ese momento se interesó por él: “Vieron donde vivía y se quedaron con Él” (cfr. Jn 1, 37-39). Ya desde ese momento, Andrés disfrutó de momentos extraordinarios de intimidad con Je

Velen con esperanza

  I Domingo de Adviento Ciclo “B” Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7 Sal 79 I Co 1, 3-9 Mc 13, 33-37      El día de hoy, primer domingo de Adviento, comenzamos un nuevo año litúrgico. En este lapso, la Iglesia quiere marcar el curso del tiempo con uno de los principales acontecimientos de la vida de Jesús en la historia de la salvación. Al realizarlo, ilumina el camino de nuestra vida, nos sostiene en nuestras ocupaciones diarias y nos orienta hacia el encuentro definitivo con el Señor.      La liturgia de hoy nos invita a vivir el primer tiempo fuerte del año, que es el Adviento, aquel que nos prepara a la celebración de la Navidad. Por ello, para estar mejor preparado, es necesario caer en la cuenta de que este tiempo, es un tiempo de espera y esperanza.      Ahora, ¿cuál sería el objeto de esperar? San Pablo nos da la respuesta en la segunda lectura: “La Revolución de nuestro Señor”. El Apóstol nos invita, al igual que lo hizo con los Corintios, concentrarnos y poner atención en e

Velen y oren

  Sábado de la  XXXIV semana Tiempo Ordinario Ap 22, 1-7 Sal 94 Lc 21, 34-36      Hemos llegado al final de nuestro año litúrgico. Por esa razón, Jesús nos sigue alentando a seguir una vida recta; nos alienta a perseverar en nuestro caminar para que nunca desviemos nuestra mirada de la meta. ¿Y cuál es la meta? La vida eterna.      Si en el aquí y en el ahora nos afanamos y empeñamos a vivir enfocados sólo en los intereses de este mundo, llegará tan de repente el final de nuestra vida terrena y no seremos consciente de ello, ya que nuestra mente esta tan cegada por los bienes de la tierra, que se ha descuidado el deseo del cielo.      Podríamos poner un ejemplo concreto para iluminar lo anteriormente dicho: nuestra vida es como un niño pequeño, que mientras está entretenido con sus juguetes no necesita de sus padres, olvidándose de ellos por un momento. Cuando se percata de que ellos no están con él viene el llanto desconsolador.      Jesús no sólo nos advierte sobre esta c

El Reino de Dios está cerca

  Viernes de la  XXXIV semana Tiempo Ordinario Ap 20, 1-4. 11-21, 2 Sal 83 Lc 21, 29-33      Durante estas últimas semanas hemos hecho alusiones al estilo exhortativo del evangelista San Lucas, el cual, equivaldría a la intención por parte de Jesús hacia su amada Iglesia. ¿Cómo podemos darnos cuenta de esto? Por todas las acciones que se muestran en el Evangelio: “Fíjense… cuando vean… se darán cuenta… sabrán…”.      Si somos discípulos de Cristo, no podemos sustraer esta invitación por parte del Señor: tenemos el deber de no sólo mirar y ver con los ojos físicos, sino también de darnos cuenta y comprender todos los signos de los tiempos que se nos van mostrando en nuestra vida.       Todo esto no con la pretensión de querer sondear o descubrir el misterio velado por Dios (lo que refiere a la segunda venida de su Hijo muy amado), sino con la plena confianza de poder apropiarnos el mensaje de consuelo y liberación que Jesús nos está ofreciendo.      Podemos decir en pocas pa

Levantemos la mirada

  Jueves de la  XXXIV semana Tiempo Ordinario Ap 18, 1-2. 21-23; 19, 1-3. 9 Sal 99 Lc 21, 20-28      Al contemplar el Evangelio de este día, ¿cómo no verlo reflejado en el momento presente? Nos encontramos cada vez más llenos de amenazas, especialmente con esta pandemia que tantos enfermos y muertos nos ha dejado. Sin duda alguna estamos viviendo momentos de angustia, con temor de no saber que es lo que sucederá.      Sin embargo, ¿es éste el mensaje que el Señor nos quiere comunicar? ¿Dios quiere someter a su pueblo por miedo del terror o de la destrucción? Por supuesto que no, sino todo lo contrario, Él quiere que levantemos la cabeza, que estemos llenos de ánimo: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación”.      El mensaje central en estos últimos días del año litúrgico, con estas lecturas escatológicas que vamos meditando día a día, no se debe de caracterizar por el miedo, sino en la esperanza d

Ser perseverantes

  Miércoles de la  XXXIV semana Tiempo Ordinario Ap 15, 1-4 Sal 97 Lc 21, 12-19      En este día, les invito a centrar nuestra atención en esta sentencia breve e incisiva que el Señor nos hace: “manténganse firmes”, sean perseverantes. Pero ¿por qué es tan importante la perseverancia en la vida del creyente? ¿Por qué Jesús hace depender la salvación al practicar esta virtud?      Recordemos que el discípulo no es más que su Maestro: “todos los odiarán por causa mía”. Si el Señor ha sido signo de contradicción y de odio, con mucha mayor razón lo serán los verdaderos seguidores del Señor.      Debemos de reconocer una cosa: cuando las cosas marchan bien en la vida del creyente, no hay ningún problema en vivir nuestro cristianismo. Aquí el problema se presenta en los momentos difíciles. No olvidemos que el estilo de vida del cristiano muchas veces va en contraposición con los valores o pensamientos que ofrece el mundo y aquí es donde se da la batalla que pueda hacernos caer.  

Mensaje de esperanza

  Martes de la  XXXIV semana Tiempo Ordinario Ap 14, 14-19 Sal 95 Lc 21, 5-11      Los símbolos que se emplean en el libro del Apocalipsis y el lenguaje escatológico del Evangelio suponen una cierta dificultad para comprender claramente el mensaje bíblico. Es de esta manera que nos percatamos de la necesidad de recorrer nuestro camino lleno de fe: se trata de saber interpretar los símbolos y comprender las palabras que se nos dicen.      Para todos los que peregrinamos en este mundo, existe siempre la posibilidad de ser engañados o ser desviados de nuestro camino. Por este motivo, San Lucas nos quiere advertir de que nos “cuidemos y no seamos engañados por nadie”.      Los falsos profetas pretenden atribuirse una autoridad y papel que no les corresponde: el de Jesucristo. Muchos de ellos, sino que todos, se atreven a anunciar el fin como un suceso que está próximo a suceder. Es por esa razón que el evangelista nos dice que estos hechos siguen perteneciendo a la historia human

Darlo todo

  Lunes de la  XXXIV semana Tiempo Ordinario Ap 14, 1-3. 4-5 Sal 23 Lc 21, 1-4      Muchas veces en la realidad en la que vivimos, las cosas pequeñas pasan desapercibidas e ignoramos su valor: aquellas pequeñas limosnas que damos, lo sacrificios que día a día realizamos, aquellas oraciones tan sencillas que brotan de nuestro corazón, etc.       Pero recordemos que lo que aparenta ser muy pequeño y sin importancia, muchas veces constituye la base y el estilo de las grandes obras maestras: aquellos brochazos de un pintor en su lienzo, las cinceladas de un artista en el mármol, la destreza del músico al tocar sus instrumentos, etc. Cada una de esas pequeñas acciones hace la diferencia en su trabajo y en la obra que llegan a realizar.      Del mismo modo, nosotros debemos de cuidar los pequeños detalles en nuestra vida de cristianos, ya que estos harán la diferencia, haciéndonos comprender que estamos llamados a la santidad, a ser gratos a los ojos de Dios.      Aunque, general

Un Reino de amor

  Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, Solemnidad Ex 34, 11-12. 15-17 Sal 22 I Co 15, 20-26. 28 Mt 25, 31-46      Nos situamos ya en el último domingo del año litúrgico, en el cual, celebramos la solemnidad de Cristo Rey del Universo. La liturgia de la Palabra pone frente a nosotros a Jesucristo como rey, pastor y juez, mostrándonos de esa manera elementos esenciales de su Reino.      La manera en la que Jesús desea reinar no es a través del poder o soberanía que tiene desde la eternidad, sino que lo manifestarla a través de su preocupación, misericordia y amor a su Iglesia. Por eso, un primer elemento a rescatar es esta imagen de Jesús como pastor.      Cristo emplea la imagen del pastor para mostrarnos lo que hará con nosotros: “yo mismo iré en persona a buscarte… yo mismo buscaré a la oveja perdida y la haré volver”. Nos encontramos con un Jesús que está siempre dispuesto a buscar lo perdido. No envía a un ángel o a un delegado celestial a buscarnos, Él mismo sale

Ser para la vida

  Sábado de la  XXXIII semana Tiempo Ordinario Ap 11, 4-12 Sal 143 Lc 20, 27-40      En nuestro mundo actual continua la lucha entre el bien y el mal. En ocasiones parecería que el mal prevalece, pero es por poco tiempo: van apareciendo más enemigos de la fe, pero Cristo sigue; se crean nuevos imperios o ideologías, pero la comunidad del Resucitado sigue viva.      La Iglesia lleva casi dos mil años luchando contra los embates del mal, tanto de manera externa, como interna; ella ha sufrido persecuciones, calumnias y ofensas como Jesucristo, su Señor.      También nosotros, en nuestra vida personal, vamos experimentando ese dinamismo: una vida que puede pasar por la cruz, pero también por la alegría de la vida; una existencia que cae en fracasos, pero también goza de los logros obtenidos; una realidad que puede estar inmersa en la tristeza, pero también que puede llenarse de dicha y felicidad.      Ciertamente nos puede y duele cuando caemos en el mal. Pero ahí está Jesús, q

"Predicar y orar"

  Viernes de la  XXXIII semana Tiempo Ordinario Ap 10, 8-11 Sal 118 Lc 19, 45-48      Seguimos profundizando y meditando el libro del Apocalipsis, el cual hoy nos ofrece un gesto simbólico: el vidente tiene que comer el libro que se le ha dado antes de que pueda trasmitirlo. Esta acción ya la habíamos encontrado antes, en el libro de Ezequiel: el profeta, el que anuncia lo que Dios le pide, primero tiene que ingerir la palabra, para después poder anunciarla.      Los cristianos, especialmente aquellos que de alguna manera les toca trasmitir y proclamar la Palabra de Dios, deben primero asimilarla (comerla, interiorizar en ella, personalizarla), para poder después comunicarla a los demás. De esa manera, nuestro testimonio será más creíble, nuestra predica tendrá más fuerza.      También a nosotros nos ha tocado experimentar que la Palabra de Dios es agridulce: en algunas ocasiones será muy consoladora, en otras, muy exigente. No caigamos en la tentación de hacer una selección

Lagrimas fecundas

  Jueves de la  XXXIII semana Tiempo Ordinario Ap 5, 1-10 Sal 149 Lc 19, 41-44      Jesucristo es el centro de toda la liturgia que se pueda celebrar, tanto en el cielo, como en la tierra. Jesús es el único que le puede dar sentido a la historia del hombre. Él tiene todo el poder y la sabiduría, puesto que es el León de Judá, el Cordero que se ha sacrificado por nosotros.      El      símbolo del libro sellado con los siete sellos se puede interpretar de la siguiente manera: todo esta en las manos de Dios, ya que sólo Jesús es el único digno de recibir el libro y abrir sus sellos. La vida del hombre no depende de él mismo, sino que estamos unidos a Dios. Por esa razón, es necesario abandonarnos fiel y completamente al Señor.      Es evidente que el símbolo del llanto tiene un significado: mientras no venga Jesús a nuestras vidas, cada uno de nosotros nos sentiremos condenados a vivir en medio de la tristeza y de la amargura.      En el Evangelio nos encontramos a un Jesús q

Trabajar por el Reino

  Miércoles de la  XXXIII semana Tiempo Ordinario Ap 4, 1-11 Sal 150 Lc 19, 11-28      Qué admirable es la narración profética y que detallada la manera de describir las visiones que tiene el autor del Apocalipsis: rica en simbolismos, profunda en significado y representativa en la Iglesia actual.       Después de haber reflexionado en las cartas a las comunidades cristianas de la provincia de Asia, tras haber hecho un examen de conciencia al meditar y reflexionar en ellas, el autor sagrado comienza a mostrarnos el entorno y ambiente solemne que se vive en el Reino de Dios.      San Juan, valiéndose de imágenes de los antiguos profetas de Israel (tales como son Isaías, Ezequiel y Daniel), contempla a Dios en su majestad. Nos percatamos que el Señor está rodeado del mundo espiritual y de toda la Iglesia, la cual es representada por los ancianos que cantan la gloria del Todopoderoso.      Aunque el libro del Apocalipsis presenta una clave simbólica para poder ser bien interpr