Ir al contenido principal

"Dios nos hace dignos"

 Sábado XII semana Tiempo Ordinario


Gn 18, 1-15

Lc 1

Mt, 8, 5-17



    La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.


    Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.


    Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta que recordemos algunos ejemplos: la madre de Sansón, la madre de Samuel, Santa Isabel y Zacarías, padres del bautista. Hoy lo contemplamos en Sara. Todas estas personas tienen un común denominador: el Señor les pide una actitud de entrega y fe total. Entonces, por más débiles y frágiles que puedan ser nuestras fuerzas humanas, es Dios el que hace cosas grandes en y por nosotros.


    También nos lo recuerda el Salmo de hoy, que está tomado del cántico realizado por María en labios de san Lucas. En él se nos recuerda: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque ha mirado la humildad de su esclava… como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia para siempre”. Si acogemos la visita de Dios en nuestra vida, también de nosotros nacerán hijos, y la Iglesia seguirá progresando en su papel de ser madre. Basta en confiar en Dios y abandonarnos a su proyecto salvífico.


    Ahora bien, Jesús sigue en su actitud de cercanía, al igual que su Padre. Él se muestra solidario con aquellos que sufren algún mal. Sigue cumpliendo las palabras del profeta Isaías: “Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades”. 


    Jesús quiere curarnos a todos de nuestros males. Él nos quiere tomar de la mano, o decir una palabra salvadora, devolviéndonos así la fuerza, la salud, la gracia que se ha perdido por el pecado. Nuestra oración, cuando está llena de la confianza en Dios, siempre será escuchada.


    Nosotros, al igual que el centurión romano nos sentimos indignos de que el Señor entre en nuestra casa, pero también sabemos que, con una simple palabra suya, bastará para sanarnos. Por eso, Jesús nos quiere alimentar por medio de su Eucaristía (al igual que Abraham alimento a estas tres personas) y, por medio de Ella, quiere curar nuestras fragilidades.


    Estemos atentos a la presencia del Señor en nuestras vidas. Pidámosle con toda confianza: “Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte; sé que no soy digno de que entres en mi casa, pero estoy convencido que con una palabra bastará para salvarme”.



Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

  1. Así sea Padre amoroso y bendito gracias te doy por las veces que tas hecho presente en mi caminar y te pido perdón por las veces en que ni he valorado tu presencia.

    Gracias padreque tenga un bendecido fin de semana un abrazo lo extraño .

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...