Martes de la segunda semana de Pascua
Hch 4, 32-37
Sal 92
Juan 3, 7-15
Así como Nicodemo, también nosotros podríamos preguntarnos: ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede ser posible que la primera comunidad tuviera todo en común? ¿Cómo alguien puede vender su campo y disponer el dinero a la disposición de los Apóstoles? Sin duda alguna, Jesús nos da una bella respuesta en una de sus parábolas: “quien encuentra la perla preciosa, vende todo lo que tiene para poder comprarla” (Mt 13, 45).
Esa realidad sólo puede ser posible por medio del Espíritu Santo, que es el encargado de sostener en medio de la tempestad, que es quien llena de fortaleza el corazón en estos momentos de contingencia. Es el mismo Espíritu el que borra todo deseo egoísta y nos lleva a disponer todo lo que tenemos a los otros.
El cristiano que deja que Dios sea el centro de su corazón, todo lo que posee (material o espiritual) lo podrá ofrecer y presentar a cualquier persona, puesto que en verdad siempre “habrá más alegría, gozo y felicidad en dar aquello que el mismo Dios nos ha dado” (cfr. Hch 20, 35). Porque cuando el amor de Dios llena el corazón del hombre se termina lo personal para convertirlo en comunitario: el tú y el yo, hacen el nosotros.
Sin embargo, como se nos hace complicado poder tenerlo todo en común, como poder ofrecerle a mi hermano lo que necesita. “¿Cómo puede ser esto? Tú eres creyente-católico, ¿y no sabes esto? Eso se preguntaría Jesús de nosotros. ¿Qué sentirías si el Maestro te hiciera esa pregunta? ¿Qué le responderías? Sólo el hombre disponible puede entrar en esta dinámica del desprendimiento, de dejar obrar al mismo Espíritu en su vida para poder tener “un solo corazón y una sola alma” a ejemplo de la primera comunidad.
En el momento en el que parece que la primera comunidad va a desaparecer, se levantan con el Espíritu de Dios para seguir firmes, más cercanos. Hermanos, es tiempo de ser una Iglesia fraterna, de salir de nuestro egoísmo para quien más lo necesita (más en esta contingencia que estamos viviendo). Aquí y ahora es donde podemos mostrarle al Señor que estamos dispuesto a dejarlo todo para obtener esa perla preciosa, para disponer todo lo que somos a quien más lo necesita.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
Gracias padre por esta reflexión. Dejaré que el Espíritu de Dios toque me corazón para aprender a ser más desprendido con los mios. Que el Señor lo siga bendiciendo para que nos alimente con su Palabra. ¡Bendiciones!
ResponderEliminarGracias pater
ResponderEliminarMuchas gracias Padre excelente Reflexión. Dios Lo bendiga🤗
ResponderEliminarManos a la obra.
ResponderEliminarGRACIAS PADRE GERARDO
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