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Preparar, discernir, disminuir


Natividad de San Juan Bautista 


Is 49, 1-6

Sal 138

Hch 13, 22-26

Lc 1, 57-66. 80



    Hoy, al celebrar la Natividad de San Juan Bautista, aquel que preparó la venida del Mesías predicando un bautismo de conversión, podríamos encerrar su experiencia espiritual en tres verbos: preparar, discernir y disminuir.


    El Bautista, trabajó en preparar un camino, sin apropiarse nada para sí. Juan era alguien importante: mucha gente lo buscaba para bautizarse; lo seguían porque sus palabras eran fuertes, como “espada afilada”, según la expresión del profeta Isaías.


    San Juan llega al corazón de la gente. Quizás pudo tener la tentación de creer que era importante, pero no cayó en ella. Siempre tuvo claro quién era, por eso decía: “Yo soy la voz que clama en el desierto: prepare el camino del Señor” (Jn 1, 23). Su primera encomienda será el de preparar el corazón del pueblo para que tengan un encuentro con el Señor.


    ¿Y quién era el Señor? Es aquí donde San Juan nos ayuda a discernir de entre tanta gente, quién es el Señor. Dios iluminaba a Juan Bautista, por eso no dudo en señalarlo en medio del pueblo, diciéndole a sus discípulos: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29).


    El último aspecto del Bautista será el de disminuir. Era lógico que una vez que había señalado al Mesías él comenzará a decrecer, a disminuir para que el Señor creciera, hasta anularse a sí mismo. 


    A San Juan le toco tener una doble humillación: por una parte, la humillación de su muerte como precio de un capricho; por otro lado, la humillación de no vislumbrar la historia de salvación que Jesús venía a instaurar. Aquel que había anunciado al Señor, ahora lo ve lejano. Se anonadó tanto para que el Señor creciera.


    Es muy grato pensar que todo cristiano esta llamado a seguir el testimonio de San Juan. Así es, todos debemos de ser como el Bautista, ya que nosotros no nos anunciamos a nosotros mismos, sino que anunciamos a Jesucristo, el Hijo de Dios; nosotros tenemos que discernir la Verdad; finalmente, el creyente se tiene que hacer menos para que el Señor crezca en el corazón de los demás. 


    Hermanos, invoquemos la intercesión de San Juan Bautista, para que, en estos tiempos difíciles, la Iglesia se mantenga siempre fiel a Cristo y sea testimonio de verdad, valentía y amor a todos los hombres.







Pbro. José Gerardo Moya Soto

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