Ir al contenido principal

Desde lo sencillo

Lunes de la  XVII semana Tiempo Ordinario


Jr 13, 1-11

Sal 32

Mt 13, 31-35



    Las acciones simbólicas que emplean los profetas en sus profecías, con una pedagogía sencilla y coloquial, les sirven para mostrar el mensaje que Dios quiere trasmitir a su pueblo. Como es el caso del día de hoy: el gesto del cinturón de lino.


    Un cinturón puede ser un decoro muy hermoso y llamativo. Pero si se descuida, se deja estropear, se moja, no se cuida, deja de ser bonito y deja de servir como accesorio. Está analogía le queda como anillo al dedo al pueblo de Israel: en otro tiempo fue el adorno de Dios y Él se alegraba por ello. Pero esta nación se desvió del camino y se pudrió: se alejó de Dios, pecaron de idolatría, buscaban soluciones por su cuenta, le fueron infieles al Señor. 


    Esta enseñanza se nos puede aplicar a nosotros también: podemos ser un adorno bello de Dios o un cinturón putrefacto. Como católicos deseamos ser ese adorno del Señor, relucir en Él por medio de nuestras buenas obras, de nuestras palabras de fe, al vivir a ejemplo de Jesucristo. Pero también está el otro lado de la moneda: podemos descuidarnos y terminar apartando nuestro corazón del Padre.


    Jesús nos ha dicho en un Evangelio que, si la sal se estropea, ya no sirve para nada. Que, si una luz se esconde en una olla, no tiene ninguna utilidad. Así mismo en la vida del creyente: si no da sabor al mundo, si no ilumina con su testimonio, si no se muestra como un adorno que muestre al Dios del amor, no sirve para nada, es mejor tirarlo. Procuremos en todo momento cuidarnos de aquellos factores que buscan pudrir nuestra vida de fe y dejarnos conducir por el Padre. 


    Ahora, esta manera de obrar de Dios se da a partir de lo sencillo. Probablemente a todos nos gustan las cosas espectaculares, llamativas, pero Dios siempre está en lo sencillo: Dios se le presenta a Moisés en una pequeña zarza ardiendo (Ex 3, 1ss); el Señor estaba en la pequeña brisa que sintió Elías (I Re 19, 12); Jesucristo nació en una ciudad Pequeña, llamada Belén (Lc 2, 11).


    Que increíble es está manera de obrar de Dios: desde lo pequeño, desde lo sencillo. Es sorprendente lo que un granito de mostaza puede hacer en la tierra, convertirse en un arbusto grande; que magnifico es ver que un poco de levadura hace fermentar toda la masa. Del mismo modo, es espectacular lo que la semilla de la Palabra de Dios puede hacer en nuestra vida.


    Una de nuestras encomiendas es la de ser reflejos del mismo Jesús. Por ende, Dios quiere ayudar, por medio de sus acciones, a lograr este cometido. Aprendamos a descubrir en lo pequeño y sencillo de la vida la manera tan portentosa de obrar de Dios. No quieras que el cambio en tu vida se dé de manera exprés: el Señor, poco a poco ira convirtiendo tu corazón por medio de lo sencillo. Estemos atentos para descubrir estos signos y ser así el adorno de Dios en medio del mundo.







Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...