Jr 15, 10. 16-21
Sal 58
Lc 10, 38-42
A lo largo de nuestra vida vamos haciendo elecciones. Casi en todo elegimos lo que queremos: al comenzar el día, tú eliges que ropa usaras; si vas a comprar un helado, optas el sabor que más te agrade; si vas a mandar un mensaje, determinas que palabras utilizarás; si vas a salir de viaje, eliges a donde irás. Toda la vida del hombre se va dando por pequeñas o grandes decisiones.
Es lo que hemos meditado el día de hoy en el Evangelio: una mujer que eligió estar limpiando su hogar y otra que opto por quedarse a escuchar el mensaje del Señor. Ahora bien: ¿quién de las dos hizo lo correcto? Se podría decir que las dos. Marta buscaba que Jesús estuviera cómodo en el hogar; María se nutría de lo que el Maestro le enseñaba.
Las elecciones las vamos tomando diariamente. En estos días hemos reflexionado sobre la infidelidad del pueblo de Israel. Ellos eligieron servir a dioses extraños, a idolatrar a los baales de su tiempo, a serle infiel al Señor. Dios les propone que los recibirá, que vuelvan a Él de todo corazón. El pueblo de Israel se arrepintió de sus elecciones y eligió volver a su Señor.
Una vez escuche a mi mamá decirle a uno de mis hermanos: “no descuides los miles por los pesos”. Ellos hablaban sobre un aumento salarial que pediría mi hermano en su trabajo. Aunque mi hermano buscaba ganar más dinero, la frase de mi madre fue muy puntual. Técnicamente le decía: no descuides todo lo que tienes ahora por un poco más de dinero; no pierdas de vista lo más importante, por cosas secundarias.
A mi ver, es lo que le sucedió a Marta: por elegir estar sirviendo, perdió una oportunidad de oro para guardar en su corazón el mensaje de Dios. Digamos que su servicio estaba incompleto en ese momento. Se preocupaba más por lo externo que por lo interno. María, en cambio, fue a lo elemental, a lo esencial de todo: Dios.
En la vida del creyente es importante asumir estas dos conductas: la del servicio y la de la escucha de la palabra. Santiago en su carta nos lo recuerda: “Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de ustedes les dice: «vete en paz, come y caliéntate», pero no le das lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta” (St 2, 14-17).
Jesús corrige a Marta no para humillarla frente a su hermana, sino para mostrarle que es lo más importante en la vida del creyente: la escucha de la palabra, ya que de ella se derivará todo servicio. Cristo quiere enseñarnos, como a Marta, que es lo que debemos de elegir, que es lo más importante en esta vida.
Habrá muchas cosas que nos preocupen y nos inquieten, pero solo una es necesaria. Que, como María, podamos elegir la mejor parte, la de quedarnos con la palabra de Dios, puesto que eso nadie nunca nos la podrán arrebatar.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
Comentarios
Publicar un comentario