Ir al contenido principal

Discípulos fieles

 Martirio de San Juan Bautista 


I Co 1, 26-31

Sal 32

Mc 6, 17-29



    El pasaje del Evangelio que hemos reflexionado hoy nos pone frente a uno de los más grandes problemas que el hombre puede afrontar: la fidelidad. 


    Por un lado, tenemos la imagen de San Juan Bautista que, sin temor, no duda en denunciar la mala manera en la que el rey esta procediendo. Por el otro lado, tenemos a un rey, que pudiendo hacer lo correcto, prefiere matar a un inocente, que le interesa más el que dirán de él los invitados a su fiesta.


    Juan ofrece su vida abiertamente, sin importar la consecuencia que ha de venir (la misma muerte); el otro se acobarda por una sociedad corrompida por el pecado. Esto nos hace reflexionar en nuestra vida y decidirnos en que postura queremos vivir. 


    Cristo ya se los había dicho a sus discípulos y nos lo dice también a nosotros: “El que no está conmigo, está contra mí”. No podemos quedarnos en una zona neutral, sino decidir dónde queremos estar: “el que no recoge, desparrama” (cfr. Mt, 12, 30).


    Nos encontramos de nuevo con el hombre justo, que es condenado por el poder corrompido, dominado por los placeres y una vida disoluta. Pero aun cuando Juan sabe todo esto, no puede dejar de lado la opción que ha hecho por Jesús: no duda en censurar el mal, buscando la conversión del pecador.


    Celebrar el martirio de San Juan Bautista, nos recuerda a todos los bautizados, que el amor de Cristo no admite pactos con el mundo. La Verdad siempre será la Verdad, no hay ningún trato o acuerdo para llegar a la Verdad. La vida cristiana exige el martirio de la fidelidad cotidiana al Evangelio, es decir, dejar que Cristo crezca en nosotros, que Él oriente nuestros pensamientos y acciones. Esto sólo puede ser posible teniendo una relación intima con Dios.


    La oración no es tiempo perdido, no es robar espacio a las actividades del hombre, sino todo lo contrario: sólo si logramos tener una vida de oración, constante y confiada en el Señor, podremos superar las dificultades de la vida y dar testimonio con valentía y amor a imagen del Señor.


    Que San Juan Bautista interceda por nosotros: nos conceda la capacidad de disminuir y que Dios crezca en nuestra vida y que nos de la capacidad de responder con fidelidad y entrega, al grado de entregar nuestra vida por el Evangelio.







Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pase sin que Él toque y cambie el corazón

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta que recordemos algunos ejemplos: la madre de San

"Tú + Yo = Nosotros"

Martes de la segunda semana de Pascua  Hch 4, 32-37 Sal 92 Juan 3, 7-15      Así como Nicodemo, también nosotros podríamos preguntarnos: ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede ser posible que la primera comunidad tuviera todo en común? ¿Cómo alguien puede vender su campo y disponer el dinero a la disposición de los Apóstoles? Sin duda alguna, Jesús nos da una bella respuesta en una de sus parábolas: “quien encuentra la perla preciosa, vende todo lo que tiene para poder comprarla” (Mt 13, 45).      Esa realidad sólo puede ser posible por medio del Espíritu Santo, que es el encargado de sostener en medio de la tempestad, que es quien llena de fortaleza el corazón en estos momentos de contingencia. Es el mismo Espíritu el que borra todo deseo egoísta y nos lleva a disponer todo lo que tenemos a los otros.      El cristiano que deja que Dios sea el centro de su corazón, todo lo que posee (material o espiritual) lo podrá ofrecer y presentar a cualquier persona, puesto que en