Martes de la XXI semana Tiempo Ordinario
II Ts 2, 1-3a. 14-17
Sal 95
Mt 23, 23-26
A lo largo de la historia ha habido muchas personas anunciado el fin del mundo. Se han equivocado en todas y cada una de esas predicciones, haciendo este tema un poco más pacifico entre la humanidad. Por desgracia, sigue habiendo muchos afanándose en este tema, dando mensajes repetidos o perturbadores para inquietar a las personas.
Recordemos que para nosotros la revelación es la que ha dado Jesucristo, la cuál está contenida en el Evangelio y en las Sagradas Escrituras. En ella encontramos como Dios nos ha hablado y nos ha dicho lo que quería decirnos.
Con relación a lo que se decía en la primera lectura, el “fin del mundo”, recordemos que estamos en las manos de Dios. Jesús siempre nos advirtió en cuestiones de este tema, cuando nos decía: “nadie sabe ni el día ni la hora” (Mt 25, 13). Aquí bien valdría el consejo que dan San Pablo: “Mantengámonos firmes en la fe”. Es el mismo Señor quien constantemente nos da las fuerzas necesarias para perseverar hasta el final.
A todos los creyentes nos conviene mirar hacia adelante, ya que eso nos ayudará a enderezar nuestro camino y motivarnos a trabajar. No sabemos cuando será la Venida del Señor, pero cada día que pasa nos acercamos a ello. La fecha no nos debe de preocupar en lo absoluto, lo que si importa es la de ir descubriendo el camino que nos conduzca a ese encuentro con el Resucitado.
Por eso es importante analizar las obras y gestos que vamos teniendo en nuestra vida, como nos lo muestra Jesús en el Evangelio. Esta actitud de los fariseos, de dar más importancia a las cosas insignificantes y descuidar las que valen la pena a los ojos de Dios, es algo a ir trabajando en nuestra vida diaria.
Aunque Jesús les echa encima estos defectos a los fariseos, todos podemos tener parte en ello. En la vida hay cosas de poca importancia, a las que tenemos que darles poco interés. Pero hay otras de gran trascendencia, a las cuales debemos poner más atención. ¿Qué cosas son importantes a los ojos de Dios? ¿Cambiamos lo más importante por lo menos importante?
No descuidemos las cosas pequeñas. Nos dice Jesús: “Esto es lo que tienen que hacer sin descuidar aquello”. A cada aspecto de nuestra vida debemos darle la importancia que tiene. Cuando hacemos una tarea grande, la hacemos con toda la voluntad. También en las cosas pequeñas tenemos que imprimir todo el amor y fidelidad posible. No solo se trata de limpiar el exterior en nuestra vida, sino más que nada mantener impecable el interior, lo que es importante ante Dios.
Aprendamos a ser fieles en todos los aspectos de nuestra vida. No permitamos que las cosas menos importantes se sobrepongan sobre aquellas que si lo son. Hagamos con total amor y entrega cada una de las acciones que hoy nos va a pedir: cuidemos el exterior, pero sin olvidarnos que el interior, el corazón del hombre, es más importante.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
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