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 San Mateo, Apóstol

Fiesta


Ef 4, 1-7. 11-13

Sal 18

Mt 9, 9-13



    San Mateo aparece siempre en las listas de los Doce elegidos por Jesús. Su nombre significa “don de Dios”. Los evangelios sinópticos narran su llamado, los cuales lo sitúan sentado en el despacho de impuestos. En el Evangelio de Mateo se presenta con el sobrenombre de el “Publicanos”, en cambio Lucas y Marcos lo presentan con el seudónimo de “Leví”.


    Además, los Evangelios nos brindan otro detalle biográfico para ubicar la procedencia de Mateo: después de la llamada del Apóstol, se narra un milagro realizado por Jesús en Cafarnaúm, cerca del Mar de Galilea. De ahí que se deduce que Leví desempeñaba su función de recaudador en Cafarnaúm.


    Con estas referencias podemos hacer una reflexión: consiste en que Jesús acoge entre sus amigos íntimos a un hombre que, según la concepción del tiempo, era considerado un pecador publico. Jesús sigue rompiendo todo paradigma posible, estableciendo en la tierra aquello que él mismo dijo: “Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mc 2, 17).


    La Buena Nueva consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador. Por eso más adelante Jesús nos ofrecerá una hermosa parábola: “El fariseo y el publicano”. El Maestro llega a poner a un publicano anónimo como un ejemplo de humildad y confianza en la misericordia divina: “¡Señor, apiádate de mí, porque soy un pecador!” (Lc 18, 12). Esto nos debe de dejar una gran enseñanza: quien se encuentra aparentemente más alejado de la santidad, puede convertirse en un modelo de acogida de la misericordia de Dios.


    Mateo responde inmediatamente a la llamada de Jesús: “él se levantó y lo siguió”. La brevedad de aquella frase subraya claramente la plenitud de la respuesta a la llamada del Señor. Esto implicará, por lo tanto, abandonar todo, en especial una fuente de ingreso segura. Evidentemente Mateo comprendió que la llamada de Jesús no le permitiría seguir realizando actividades deshonestas a los ojos de Dios.


    En la actualidad se puede tener presente este aspecto: tampoco hoy se puede vivir apegado a las riquezas deshonestas, ya que es incompatible con el seguimiento del Señor: “si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y sígueme” (Mt 19, 21). Eso hizo Mateo, se levantó y lo siguiendo. Con esta actitud se puede ver el desapego de una situación de pecado y, al mismo tiempo, la adhesión consciente a una vida nueva.


    Hoy el Evangelio escrito por Mateo sigue resonando la voz persuasiva del publicano, que, al convertirse en Apóstol, sigue anunciándonos la misericordia salvadora de Dios. Escuchemos este mensaje del evangelista, meditémoslo en lo profundo de nuestro corazón, para también nosotros aprender a “levantarnos y seguir” a Jesús con decisión y determinación.






Pbro. José Gerardo Moya Soto

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