Ir al contenido principal

Amar sin medida

 Martes de la  XXX semana Tiempo Ordinario


Ef 5, 21-33

Sal 127

Lc 13, 18-21



    San Pablo continúa exhortando a la comunidad de Éfeso, haciéndoles algunas recomendaciones para que vivan más plenamente conforme la doctrina de la fe cristiana. Esta vez dirige su mirada en la relación que existe entre el marido y mujer.


    Primero que nada, no saquemos de contexto esta perícopa: muchos pueden aprovechar este texto para sacar provecho. ¿A qué me refiero con esto? Quieren mostrar lo machista y despreciable que era Pablo, al someter a la mujer a su marido. No olvidemos que un texto, sin su contexto, solo nos sirve para poner pretextos. 


    El contexto de la carta se sitúa en una sociedad patriarcal, donde la mujer no era considerada importante, sino que se adjudicaba como una propiedad de su marido. Por esa razón, San Pablo salta a la defensa de la mujer (y no solo de la mujer, sino de todos aquellos que están siendo sometidos a la esclavitud, a la tiranía, a la denigración personal, etc.), pidiendo a los maridos que las traten como iguales, con respeto y con amor.


    Esta invitación de Pablo se basa en el amor mutuo, que ya viene dándose desde la creación del hombre y la mujer, en el libro del Génesis, donde Dios les pide que sean “una sola carne”. Por ese motivo, el Apóstol no dudará en decir, “Que cada uno, ame a su mujer como a sí mismo y que la mujer respete a su marido”.


    Pablo había entendido bien la perspectiva de Dios, por eso llegó a afirmar, que, “amar a la mujer, es amarse a sí mismo”, porque “es la propia carne”. Pero no sólo eso, sino que fue más allá: el Apóstol relaciona el amor de los esposos con el amor que siente Jesucristo por su Iglesia, y vaya que Cristo ama a su Iglesia. El amor que demostró Jesús por su Iglesia no se basa simplemente en romanticismos: lo demuestra, inclusive al grado de entregar su vida por ella.


    En nuestra vida diaria, debemos de aprender a ver y aceptar un aspecto: ver a Cristo en los demás, para poder amarlos y respetarlos. Pero no solo eso, sino imitar la manera en que Cristo amó a su Iglesia, al grado de entregar su vida por ella. Esto no es simplemente para los que están casado, sino que nos atañe a todos los bautizados. Esa manera de amar debe verse reflejada en nuestra manera de relacionarnos entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermano, compañeros de escuela o de trabajo, etc.


    Si aún no podemos llevar esto a la practica, es necesario recurrir a Jesús. Él sabe lo mucho que ha hecho y puede seguir haciendo por sus hijos amados. Pidámosle al Señor que nos dé un poco de su fe, para poder ser capaces de lograr esta ardua tarea.


    No busquemos aspectos sobre salientes, espectaculares o inclusive rápidos: ese no es el estilo de Jesús. ¿Cuántas veces Dios se ha apoyado en hombres frágiles y ha conseguido frutos sobresalientes? Esa es la manera de obrar de Dios, desde lo pequeño, desde lo más insignificante, como el grano de mostaza o la levadura en la harina.


    Así es como Dios quiere obrar en nosotros: el Señor sabe de la fuerza que posee su Palabra, Él sabe todo lo que puede hacer en nosotros. No nos resistamos a dejarnos transformar por el Señor y su Espíritu Santo, sino que abandonémonos a Él, sabiendo que estamos llamados, desde la humildad, a ser grandes signos de amor en medio del mundo y de los hermanos.




Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...