Ir al contenido principal

Un estilo de vivir

 Viernes de la  XXXI semana Tiempo Ordinario


Flp 3, 17- 4, 1

Sal 121

Lc 16, 1-8



    Muchas veces reducimos nuestro ser cristiano a algunos rezos, oraciones o practicas religiosas. Pero no sólo consiste en eso, sino que va más allá: nuestro ser cristiano se debe de reflejar en nuestra manera de vivir, en el estilo de conducta que despleguemos en nuestra vida. 


    Por esa razón, Pablo nos ofrece dos direcciones concretas. La primera consiste en la moralidad de las costumbres: los cristianos no podemos tener como dios a nuestro vientre (o bajos instintos). Aunque el mundo nos ofrece como prioridad una vida de satisfacción, los cristianos sabemos que hay otros valores superiores a los de dar prioridad en nuestra vida.


    La otra dirección es a tomar una actitud de esperanza y vigilancia. Un cristiano tiene memoria: recuerda el acontecimiento pascual de Cristo; un cristiano debe tener una visión profética: aguarda la manifestación final de Jesucristo ya que sabe que está llamado a una transformación gloriosa. Todo bautizado debe considerarse un ciudadano del cielo y tener la mirada fija en su Salvador, el cual transformará nuestra condición humilde en condición gloriosa.


    Por lo tanto, entre el ayer y el mañana, un creyente tiene que vivir el hoy con alegría, estando vigilante y atento. Es así como se puede dar ejemplo a los que nos rodean: no poniendo nuestras metas en las cosas terrenas (como puede ser el dinero, el placer, el prestigio, etc.), sino sabiendo que está llamado a ser un “ciudadano del cielo”, compartiendo con Cristo su gloria y felicidad definitiva.


    Por otra parte, la parábola del administrador infiel pero listo, que hoy hemos contemplado en el Evangelio, puede parecernos un poco extraña, ya que parece que Jesús alabara la actuación de aquel empleado injusto.


    Debemos de recalcar que no alaba su infidelidad: por eso es despedido. Lo que Jesús quiere subrayar es la inteligencia de esa persona, la cual, sabiendo que sería despojado de su trabajo, consigue, con trampas y engaños, ganarse amigos que puedan ayudarlo cuando se quede sin trabajo.


    Cristo no nos quiere contar esta parábola para criticar las trampas del mundo, sino para que los cristianos seamos perspicaces en nuestra manera de vivir conforme al Evangelio. Aquí cabría preguntarnos: ¿somos igual de sagaces en las cosas del Espíritu?


    ¿Qué pasaría si la sabiduría, el talento, las mañas que empleamos cotidianamente en nuestra vida las usáramos para el anuncio del reino, para la evangelización, para ayudar a quien más lo necesite? Definitivamente nuestro mundo sería diferente y mejor. No podemos seguir engañándonos, prefiriendo quedar bien con el mundo y dejar de lado a Dios.


    Y tú, ¿te animas a ser más hábil para los asuntos de Dios o prefieres seguir en tus negocios?




Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...