La Sagrada Familia de Jesús, María y José
Gn 15, 1-6; 21, 1-3
Sal 104
Hb 11, 8. 11-12. 17-19
Lc 2, 22-40
En este domingo, después de haber celebrado la Natividad del Señor, siguiendo en este ambiente de alegría y gozo, la Iglesia nos invita a contemplar a la Sagrada Familia de Nazaret; Jesús, María y José.
Celebrar esta fiesta en este tiempo es lo más adecuado, ya que la Navidad es, por excelencia, la fiesta familiar. Así lo pueden demostrar nuestras costumbres y tradiciones, ya que en este tiempo nos reunimos como familia para cenar, celebrar el Nacimiento de Dios, de intercambiarse felicitaciones y algunos presentes.
¡Qué tan grande no será una familia que el mismo Señor nació en una! Jesús quiso nacer y crecer en una familia humana: tuvo a la Virgen María como su madre y al señor san José como padre. Ellos cuidaron de Él, los criaron, lo educaban con amor. La familia de Jesucristo merece con toda certeza el titulo de “santa”, ya que el mayor anhelo de esta fue cumplir con la voluntad de Dios.
En la Sagrada Familia podemos contemplar un parentesco con todas las demás familias: es un modelo de amor conyugal, de colaboración mutua, de hacer sacrificios para salir adelante, de ponerse constantemente en las manos de la Divina Providencia, de trabajar día con día por el sustento diario, de ser solidarios y compartidos con quienes más lo necesitaban. Podemos decir que, todos los valores vividos en la intimidad del hogar, María y José los inculcaban a su hijo, para que Jesús fuera un hombre formado y educado.
Por otro lado, la Familia de Nazaret es única por aquella singular vocación vinculada a la misión de Dios. Esto les servirá a nuestras familias como referencia, como modelo, ya que nuestra mirada debe de estar siempre enfocada en cumplir la voluntad de Dios, sabiendo que también nosotros estamos llamados a vivir en santidad.
La familia es un regalo de Dios, que quiere dejar reflejar lo que Él mismo es: Amor. Un amor eterno, gratuito, que sostiene en la adversidad, que impulsa a vivir en fidelidad, aun en los momentos más difíciles de nuestra vida. Todos estos elementos se encarnan en la Sagrada Familia, en la que Jesús vino al mundo para irse llenando de sabiduría, que recibía cuidados primorosos de María, que se abandonaba a la tutela fiel de san José.
Amadas familias, no dejemos que el amor y los lazos que unen nuestro hogar se desvirtúen o se destruyan. Acudamos constantemente al Señor, oremos juntos, para que todos nuestros deseos sean iluminados por la fe y realizados por la gracia de Dios. De esa manera daremos al mundo un hermoso testimonio de lo fundamental que es la familia para el ser humano y la sociedad.
Encomendemos al Señor cada una de las familias de la tierra, especialmente a las que están pasando o viven en adversidades y dificultades. Que el Redentor, nacido en Belén, les conceda serenidad y fuerza para avanzar unidas por el camino de la paz.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
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