Martes V semana Tiempo Ordinario
Gn 1, 20- 2, 4a
Sal 8
Mc 7, 1-13
Dios ha creado todo el universo y lo ha puesto bajo nuestro cuidado: “todo lo puso sobre nuestras manos”. Por lo tanto, es nuestro deber ser responsable con la Creación. Cuidar la casa común es una responsabilidad de todos y día a día debemos de ir cumpliendo con esta tarea que el Señor nos ha dejado: “llenen la tierra, sométanla y cuídenla”. Toda la Creación es nuestra y nosotros somos de Dios.
Cuando Dios crea al hombre, lo hace a “su imagen y semejanza”. Él sabe que lo ha llenado de inteligencia, voluntad y libertad. Si hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios, estamos llamados a ser cuidadosos con la naturaleza, del mismo modo en que el Señor lo ha sido. Si llevamos a cabo esta tarea, se cumplirá lo que dice el autor sagrado: “Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno”.
Contemplar toda la Creación nos hace sentirnos tan insignificantes. Sin embargo, todo está a nuestro servicio. Dios mismo “ha coronado al hombre de gloria y dignidad; le ha dado el mando sobre las obras de sus manos. Todo lo sometió bajo sus pies”. Cuidemos todo lo que el Señor nos ha confiado, cuidemos el medio ambiente.
Ahora bien, no podemos honrar al Señor únicamente desde lo externo, desde las apariencias. Mientras mi vida no se convierta en una continua acción de gracias, mi devoción a Él es hipócrita. Así les sucedió a los fariseos en el Evangelio de este día, se quedaban exclusivamente en el signo exterior y no en el interior.
Así nos puede suceder a nosotros respecto al cuidado de la casa común: podemos aparentar que somos cuidadosos del planeta, pero solo para ser vistos o para ser admirados. Aquí lo importante será tener una conciencia clara de no descuidar nuestro mundo, de constantemente aprovechar cualquier oportunidad para mejorarlo.
Podemos quedar satisfechos porque hemos cumplido puntualmente con algunas cositas para agradarle al Señor. Pero a la primera oportunidad nos descuidamos y volvemos a hacer lo no grato a los ojos del Padre. Una actitud así no dejará de ser una fe cargada de hipocresía. Dios quiere que seamos fieles: fieles a Él, fieles al cuidado del mundo, fieles a proteger nuestra casa común.
No nos limitemos a cuidar el mundo únicamente cuando se nos esta observando o cuando haya alguna campaña en favor de la naturaleza. Cada día es una buena oportunidad para ir cuidando el planeta: ahorrando luz en tu hogar, no desperdiciando el agua, tirando la basura en los contenedores, etc. Tantas tareas que podemos ir desempeñando en nuestra vida ordinaria.
Dios habita en nosotros y transforma nuestra vida. Pidámosle que nos ayude a permanecer fieles y perseverantes en todo momento; que nos haga conscientes sobre la importancia de cuidar nuestra casa común y que por medio del cuidado de la ésta podamos ser agradables antes sus ojos. Cuidemos la Creación de Dios, no por hipocresía, sino porque Él mismo nos la ha confiado.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
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