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Y tú, ¿qué eliges?

 Lunes IV semana Tiempo Ordinario


Hb 11, 32-40

Sal 30

Mc 5, 1-20



    Toda elección es difícil: a veces implica hacer renuncias, otras veces va en contra de nuestros gustos, en algunas ocasiones las cosas se nos salen un poco de control. Aquí lo importante no radica en que al final hayamos elegido lo mejor o lo peor, de que nuestros sueños se hagan realidad, sino en todo lo que fuimos haciendo en nuestra vida para conseguir nuestra meta.


    Si durante el camino que hemos emprendido para alcanzar nuestros propósitos no valoramos todo lo que hicimos durante el mismo, la meta tiende a perder significado. Por ejemplo: un atleta de alto rendimiento llega a ser importante por conseguir medallas, pero para ello, tiene que hacer un gran esfuerzo: entrenar largas jornadas, cuidar su alimentación, renunciar a ciertos elementos que no le ayudan.


    Si deseamos una vida tranquila, sin adversidades, sin sufrimientos, hacer lo que nos toca, pero son el mínimo esfuerzo para no fatigarnos, puede que estemos cayendo en una vida de superficialidad. En cambio, si queremos recorrer un camino que tiene un poco de todo, que en cada paso que demos aprendamos algo, que nos lleve a tomar mejores decisiones, a arriesgar, a buscar nuevos desafíos, a superar las adversidades, nos daremos cuenta de que valió la pena todo esto, puesto que harán que el camino para llegar a la meta haya valido la pena.


    Al momento que vamos a enfrentarnos a algo nuevo, ponemos sobre la mesa los “pros” y los “contra”: las posibles dificultades que pueda haber, el tiempo que le vamos a invertir, qué tanto esfuerzo implica, etc. Tendemos a ir temporizando las pequeñas metas para llegar al final que tanto añoramos. 


    Cuando lo que tenemos delante es un problema para resolver, la situación se vuelva tensa, puede que el miedo no nos deje pensar con claridad. ¿Qué debemos de hacer? ¿Cómo resolver aquella problemática? Cada uno tiene que analizar con lo que cuenta, con lo que tiene, puesto que no todos somos iguales, ni los problemas son iguales para todos. Las decisiones en ocasiones beneficias a unos y otras veces perjudican a otros. Por ello, hay que buscar lo que sea mejor: buscar beneficiar a los que más se pueda y perjudicar a los que menos se pueda.


    No a todos les gusta la lluvia, pero la lluvia es necesaria en nuestro planeta. Así sucede en nuestra vida: lo que hagas, no siempre le va a gustar a todos por igual, pero eso no quiere decir que dejes de hacer lo que creas más conveniente, de que procures hacer lo que sea mejor, buscando la solución más oportuna a las dificultades o a la circunstancia que se esté presentando en tu vida.


    La elección esta en tus manos: ¿por qué camino quieres ir: el que no presenta dificultades, ni te enseña como superarlas, buscando una comodidad de vida y viviendo desde la superficialidad o prefieres asumir los riesgos, aprendiendo de las caídas o de los golpes que nos da la vida? ¿Prefieres dejarte vencer por el miedo o dar lo mejor de ti en el intento?


    La decisión está en tus manos. Y tú, ¿qué eliges?



Pbro. José Gerardo Moya Soto

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