Ir al contenido principal

"No te resistas a creer"

 Jueves de la octava de Pascua 


Hch 3, 11-26

Sal 8

Lc 24, 35-48



    Al ir avanzando los días de la Pascua, al meditar y reflexionar los Evangelios sobre la resurrección del Señor, me llama la atención un gesto que tiene Jesús con sus discípulos: su paciencia. Esos pobre hombres, a pesar de estar con el Maestro, parecen estar fuera de lugar y no terminan de comprender lo que está sucediendo.


    Me resulta imposible no imaginarme las conversaciones de los discípulos: ¿de qué nos estará hablando éste?, ¿qué querrá decirnos?, ¿qué esperará de nosotros? Pero también me imagino la impotencia que sentía Jesús y el motivo por el cual se los trasmitía: ¿son incapaces de entender? ¿por qué están asustados y tienen esas dudas en su corazón?


    Ciertamente a los discípulos de Jesús no les fue sencillo entender y comprender el acontecimiento de la resurrección del Señor. Incluso a nosotros, sus seguidores, nos puede suceder algo semejante. Nos cuesta trabajo reconocer al Resucitado en la vida cotidiana, el entender y comprender su voluntad. ¿Cuáles serán esos motivos? Seguramente encontraremos muchos: la prisa con la que vivimos; la flaqueza de nuestra fe; la cantidad de actividades que realizamos, descuidando la escucha de la Palabra y la oración; lo fragmentado que está nuestro corazón por la cantidad de piezas que componen nuestra vida.


    ¿Por qué surgen dudas en nuestro interior? Creemos en la primavera porque vemos los brotes que surgen de los árboles; creemos en las mariposas porque contemplamos los cambios que sufre una oruga en el proceso de su metamorfosis; creemos que ha surgido un nuevo día al contemplar que el sol vuelve a salir. Entonces, ¿por qué no creemos en el Resucitado? Jesucristo emplea signos para que creamos en Él: “Miren mis manos y mis pies… ¿tienen algo de comer?”. Hemos de estar abiertos a los signos que el Señor nos muestra para creer que Él verdaderamente ha resucitado.


    Jesús les anuncia a sus discípulos: “la paz esté con ustedes”. El Maestro desea infundir la paz en el alma descarriada de sus discípulos. Podemos decir que la paz del corazón es la felicidad auténtica, ya que nos ayuda a ser fuertes en la adversidad, nos mantiene firmes en la nobleza y la libertad, incluso, cuando se presente la adversidad será nuestra tabla de salvación, de esperanza.


    Al igual que los primeros discípulos, también nosotros necesitamos que el Resucitado nos abra la mente para comprender las Escrituras, que nos otorgue un corazón abierto para poder experimentar su paz, para experimentar que verdaderamente ha resucitado.


    Vivir abierto al Espíritu implica una actitud de dejarse sorprender cada día por el Señor, estar dispuesto a aprender de Él, a dejarse seducir cada día más por el Maestro. ¿Estamos dispuestos a vivir en esa sintonía? El Resucitado quiere seguir revelándose al mundo y lo único que necesita son corazones atentos. Dejémonos alcanzar por su infinito amor y abandonémonos completamente a Él.



Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

  1. Profunda reflexión, tan cierto y frecuente que ya no somos concientes de estos acontecimientos diarios de la Vida de la realidad de los Milagros que se nos presentan cada dia

    ResponderEliminar
  2. Profunda reflexión, tan cierto y frecuente que ya no somos concientes de estos acontecimientos diarios de la Vida de la realidad de los Milagros que se nos presentan cada dia

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...