Lunes de la octava de Pascua
Hch 2, 14. 22-23
Sal 15
Mt 28, 8-15
¿Hasta dónde puede ser capaz de llegar la dureza de corazón de los ancianos del pueblo? ¿Qué más tenía que haber hecho Dios para que creyeran en su Hijo? Lo entregó a ellos y al tercer día lo resucitó. Y ellos, prefieren inventar una historia para no perder prestigio, para seguir siendo alabado por todo el pueblo.
Entristece ver que en la actualidad hay personas con esta mentalidad: hombres que prefieren truncar el anuncio del Reino, diciendo que Jesucristo no resucitó; personas cerradas de corazón con tal de no cambiar su actitud y perder influencia ante los demás.
Pero nosotros somos conscientes de lo que hemos visto y oído en estos días. Dios dará respuesta a todas esas incertidumbres y dudas que pueda haber en el corazón del hombre. Hoy en día, el Señor sigue saliendo a nuestro encuentro, nos alienta a seguir adelante con las mismas palabras que dirigió a aquellas mujeres: “No tengan miedo”.
Hemos de aprender de los Apóstoles que, una vez recibido el Espíritu Santo, no dudaron en predicar la Buena Nueva, la alegre noticia de que Jesús había resucitado. No estamos solos, Jesús está con nosotros: confiemos en Él, en sus palabras. Dios camina a nuestro lado en todo momento: en los momentos de debilidad, de tristeza, donde parece que todo esta perdido, Él sale a nuestro encuentro y nos devuelve la Esperanza perdida con esas palabras: “No tengas miedo”.
Cabría entonces preguntarnos: ¿cómo sale Jesús a mi encuentro? Por medio de la oración, al contemplar y meditar su Palabra, en el silencio del corazón, etc. De muchas maneras Cristo sale a nuestro encuentro, nada lo puede detener, ni la muerte tuvo dominio sobre Él. Así como Jesucristo venció, así también nos quiere ayudar a nosotros a vencer.
No dejemos que el mundo nos robe la esperanza. También nosotros sigamos el ejemplo de los primeros testigos de la resurrección y anunciemos a todos los que nos rodean que Jesús está vivo. No tengamos miedo del que dirán, de las criticas que puedan venir de otros: si Jesús ha vencido, también nosotros venceremos con Él.
En este tiempo de gracia, en este tiempo de Pascua, mostremos al mundo que somos verdaderos cristianos; demostremos que estamos dispuestos a hablar de Jesús resucitado y que no tememos vivir como verdaderos discípulos del Maestro. No tengamos miedo, Jesús está siempre con nosotros, y si Cristo está conmigo, ¿quién puede estar en mi contra?
Pbro. José Gerardo Moya Soto

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