Lunes VI de Pascua
Hch 16, 11-15
Sal 149
Jn 15, 26-16, 4
En muchas ocasiones, ya sea de manera consciente o inconsciente, los que decimos creer en Dios, aquellos que hemos decidido seguir las huellas del Maestro, deseamos que todo mundo respete nuestras creencias. Esto es maravilloso, pero lo interesante sería descubrir si nuestra intensión es defender a Cristo o defendernos a nosotros mismos.
Si somos honestos nos daremos cuenta de que muchas de las veces no buscamos defender a Dios, sino defenderme a mí. Pero ¿por qué? Sencillo: porque cada vez que se habla mal de Jesús, a mí me duele; cada vez que le faltan al respeto a la Virgen, yo me ofendo; porque cuando se me refuta algo de mi fe, me siento agredido. La prueba de que no queremos defender a Dios se demuestra en la manera en la que reaccionamos.
Hagamos una pequeña comparación: cada vez que me ofenden: ¿cómo reacciono? Y, en los Evangelios, cada vez que ofenden a Cristo, ¿cómo reacciona Él? Para sorpresa nuestra, nos damos cuenta de que nuestra reacción es muy diferente a la reacción de Jesús.
Por eso Jesús, en el Evangelio del día de hoy, dice que enviará sobre nosotros al Espíritu de la verdad. Y aquel que lo reciba, “dará testimonio de Él”. Cuánta falta nos hace dejarnos conducir por el Espíritu Santo y así poder dar testimonio, no de nosotros mismos, sino de Jesucristo.
Con el tiempo, nos hemos acostumbrado a vivir nuestro cristianismo en la comodidad, en una zona de confort, de la cual no queremos salir. Seguimos a gusto, dándole al Señor todo lo que nos sobra, sin imprimir el mínimo esfuerzo en aquello que realizamos para Él.
Es importante preguntarnos: ¿cuántas veces le he pedido al Padre la presencia del Espíritu en mi vida? ¿Verdaderamente he tenido la experiencia del Espíritu Santo, el cual, quiere conducir mi vida? ¿Le permito al Espíritu de Dios ir obrando en mi persona?
Cada vez que no reaccionamos como Jesús, estamos dando testimonio de nosotros mismos y no de Él. Entonces, de esta manera, no nos dejamos guiar por el Espíritu. Pero en el momento en que reaccionemos como Jesús lo hacía, entonces daremos testimonio de Él, mostrando que el Espíritu de la verdad habita en nosotros.
Hoy puede ser un buen día para hacer realidad la promesa de Jesucristo. No hagamos lo que nosotros queremos, no nos defendamos a nosotros mismos, sino más bien abandonémonos a Él y dejémonos conducir por la luz del Espíritu Santo.
Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios
Publicar un comentario