Sábado V de Pascua
Hch 16, 1-10
Sal 99
Jn 15, 18-21
Los planes, proyectos y la obra de salvación no dependen de nosotros, sino del Señor. Nosotros debemos estar siempre atentos a la voz de Dios, tener los oídos abiertos para escucharlo, listos y preparados para ir a donde el Espíritu Santo nos quiera conducir. Hemos de estar disponibles para el Señor, a ejemplo de San Pablo que, después de la aparición que tuvo, no dudo en dirigirse a Macedonia, convencido de que Dios era el que lo llamaba a predicar.
Por ese motivo, no debemos de vanagloriarnos en todo lo que podamos realizar, por muy eficaces que sean las diferentes actividades que realizamos en la Iglesia. Jesús nos invitaba a simplemente decir: “no somos más que pobres siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer” (cfr. Lc 17, 10).
Cuando se nos confíe una encomienda, pongámosla en las manos de Dios, para que sea Él el que nos ilumine y decidir acorde a su voluntad y no conforme nuestro pensamiento. No conformarnos únicamente con nuestras técnicas personales, sino dejarnos mover por la fuerza del Espíritu Santo.
Recordemos que “el Señor es Dios, que Él no hizo y suyos somos, que somos su pueblo y su rebaño”. Él es el que siempre va frente, dirigiendo y conduciendo nuestros pasos; Él es quien nos alimenta con su Palabra y con los Sacramentos; Él es quien nos envía a llevar la Buena Nueva a los demás.
Dios nos sigue manifestando su amor, su misericordia, su bondad. Todos aquellos que creemos en Él debemos vivir abandonados a Él, a la fidelidad de su amor, manifestando con nuestra manera de vivir que verdaderamente Dios vive en nosotros y nosotros con Él.
Ir tras de las huellas del Maestro, es caminar hacia la plena realización de nuestro ser. Sin embargo, ese camino no esta libre de persecuciones, criticas o rechazos. Por esa razón es conveniente que confiemos nuestra vida totalmente al Señor; y, aún en las grandes persecuciones que tengamos que padecer por Él, no demos marcha atrás, sino más bien, nos mantengamos firmes en su amor.
Que Dios nos conceda la gracia de saber dar siempre testimonio con nuestra manera de vivir; que estemos abiertos al Señor, para que Él conduzca nuestra vida; que ante las persecuciones que se desaten contra cada uno de nosotros, no corramos o huyamos despavoridos, sino más bien permanezcamos fieles a su amor, sabiendo que Él nunca nos dejará solos.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
Gracias Padre Gerardo!! Bendiciones 🙏
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