Ir al contenido principal

"San José: trabajó y contempló"

 San José Obrero


Hch 13, 44-52

Sal 97

Mt 13, 54-58



    El día de hoy celebramos a San José obrero y, a la par, comenzamos el mes de mayo, mes dedicado a la Santísima Virgen María.


    El Evangelio de Mateo nos presenta uno de los momentos en donde Jesús habla en la sinagoga de su pueblo. Ahí se presenta la sorpresa e incertidumbre de sus conciudadanos: “¿No es éste el hijo del carpintero?”. Jesús, al entrar en nuestra historia, lo hace naciendo de María por obra del Espíritu Santo y acompañado de San José, el padre que protege y enseña a trabajar a Cristo. Jesús crece y vive en la Sagrada Familia, aprendiendo de su padre San José el oficio de carpintero, compartiendo con él el trabajo, la fatiga y las dificultades de cada día.


    Esto nos conduce a la importancia y dignidad que tiene el trabajo en la vida del hombre. Dios, al crear al hombre y la mujer, les confía la tarea de trabajar la tierra y dominarla. Ya desde el principio el trabajo forma parte del plan de amor de Dios; nosotros estamos llamados a custodiar y cultivar los bienes de la creación, participando de esta manera en la obra de la creación. El trabajo es un elemento fundamental para la dignidad del hombre. El trabajo nos hace asemejarnos a Dios, que trabajó y trabaja constantemente en la obra de su creación.


    José, en el silencio de su obrar cotidiano, junto con su esposa María, tienen un solo centro y punto de atracción: Jesús. Ellos acompañan y custodian el crecimiento de su Hijo, y lo hacen con ternura y amor.


    San Lucas nos dice en dos ocasiones cuál era la actitud de María, que es también la actitud de San José: “Conservaba todas esas cosas y las meditaba en su corazón” (cfr. Lc 2, 19. 51). Para poder escuchar al Señor es necesario aprender a contemplarlo, a darnos cuenta de su presencia constante en medio de nuestra vida; es necesario detenerse frente a Él y darle un espacio en mi día por medio de la oración.


    Recordemos la importancia y la belleza de la oración del santo Rosario, y más en este mes dedicado a María. Al recitar cada Avemaría, contemplemos los misterios de Jesús, para que, como María y San José, Él sea el centro de nuestros pensamientos y acciones. Aprovechemos la oportunidad de rezar con la familia, con los amigos o en la misma parroquia el Santo Rosario, puesto que la oración que se hace junta es un grato momento para hacer más sólida la vida familiar y las amistades.


    José y María tuvieron momentos difíciles, pero nunca perdieron la confianza. Ellos supieron superar toda adversidad ya que siempre confiaron en el Señor, puesto que Él nunca abandona. Pidámosle a San José y a la Virgen María que nos enseñen a ser fieles a nuestros compromisos cotidianos, a vivir nuestra fe en las acciones de cada día y a dejar más espacio al Señor en nuestra vida.



Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...