X Domingo del Tiempo Ordinario: Ciclo “B”
Gn 3, 9-15
Sal 129
II Co 4, 13- 5, 1
Mc 3, 20-35
En la actualidad, sigue existiendo el mal y el pecado en nuestra vida. Es el mensaje que nos proporciona la primera lectura de este día. Hoy en día se sigue teniendo una oposición a Cristo, a su Espíritu. Aquí se nos presenta una urgencia: la de luchar contra el mal, confiando en Dios, ya que Él es más fuerte y ha vencido al mal.
Tras haber celebrado la Pascua, nos encontramos a un Marcos que nos describe un panorama de lucha y oposición a Jesús: unos no lo comprenden (sus familiares); otros únicamente lo siguen por motivos superficiales (los milagros); otros se oponen rotundamente, acusándolo que su obra es sostenida por “Satanás”.
Es necesario reconocer que existe el mal, tanto en la historia, como en cada uno de nosotros. Ya desde el principio del mundo existe el pecado y la tentación. El libro del Génesis nos ha presentado la descripción de la primera caída, todo un signo de lo que ha sido y sigue siendo la historia de la humanidad. Cuando uno reconoce que existe el pecado, se hace más humilde y tiene la oportunidad de combatir contra él.
El mal existe, es un hecho, y ninguno esta exento de no caer en pecado. Nuestra humanidad es débil. Aunque Jesús nos ofrece un programa de salvación, de conversión al Padre, preferimos seguir escuchando la voz de las “serpientes”, la cual nos convence con sutiles argumentos.
Hoy en día sigue existiendo ese “pecado contra el Espíritu”, que consiste en no querer ver la luz de Jesucristo, en ignorar su palabra, en desprestigiar todos aquellos signos por los cuales podemos sentir su presencia.
La invitación de Jesús consiste en luchar contra el mal. Es cierto, en algunas ocasiones nos vence el mal, como Adán y Eva. Pero tenemos la certeza de que Alguien es más fuerte que él: “si los demonios son expulsados es porque ha llegado el Hijo de Dios” (cfr. Lc 11, 20). Jesús, por medio de su Espíritu, nos enseña que ha vencido al maligno: Él superó las tentaciones en el desierto y viene a liberar a todos los posesos por espíritus inmundos.
Ante la presencia del mal, no podemos quedarnos indiferentes o desanimados. Jesús nos invita a “resistirle firmes en la fe” (I P 5, 8). Estamos llamados a combatir al mal para que no triunfe en este mundo, ni en nosotros mismos. Este combate se sostiene en la confianza y esperanza en Aquel que ha vencido.
Nosotros, pues, estamos del lado del más fuerte, formando así con Él su nueva familia, porque “¿quiénes son su familia? Aquellos que cumplen la voluntad de Dios”. La Pascua que hemos celebrado nos hace partícipes de la victoria de Cristo contra el mal. También nosotros estamos llamados, como Jesús, a vencer la fuerza del maligno.
Que el Señor nos otorgue la fuerza de su Espíritu para vencer las tentaciones del maligno. “No nos dejemos vencer por el mal, antes bien, venzamos al mal a fuerza de bien” (cfr. Rm 12, 21). Jesús nos los dijo: “tengan valor, yo he vencido” (cfr. Jn 16, 33). Ante la lucha contra el maligno, confía en Dios, puesto que Él “ha vencido” y nos ayudará a vencer.
Pbro. José Gerardo Moya soto

Gracias Padre buen domingo Dios nos ayude a vencer todos esos males que
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