Santa María Magdalena
Fiesta
Ct 3, 1-4b
Sal 62
Jn 20, 1-2. 11-18
Celebramos la fiesta de Santa María Magdalena, y la liturgia de hoy se caracteriza por una especie de movimiento, de carrera del corazón y del espíritu, impulsados por el amor a Jesucristo.
Tanto la primera lectura, como el Evangelio, tienen como punto central el profundo deseo de disfrutar la presencia de la persona a la que se ama y es lo que constantemente pide el amor: “Así dice la esposa: por la noche, buscaba al amor de mi alma”. Eso era lo que imperaba en el corazón de María Magdalena, incluso después de la muerte de su amado Jesús.
María Magdalena era esa mujer que “buscaba al amado por las calles y plazas”, deseosa de encontrarlo. Por eso, el primer día de la semana, muy de madrugada, fue al sepulcro donde habían colocado el cuerpo de Jesús, en búsqueda de la presencia del amado, Aquel amado que había sido crucificado.
Bien nos los dijo Jesús en uno de su Evangelios: “Busquen y encontraran” (cfr. Mt 7,7), y esa búsqueda tiene su recompensa. Jesús resucitado le sale a su encuentro y contempla llorando a María por su ausencia. Aunque en un primer momento María es incapaz de reconocerlo, Cristo le pregunta cuál es el motivo de su llanto y a quién está buscando. Y también el Maestro nos pregunta a nosotros: “¿Qué buscas? ¿Por qué estás llorando?” El Señor sabe lo que buscamos, lo que nos hace llorar, pero quiere saberlo, quiere que tú mismo se lo comuniques.
Magdalena buscó a Jesús y lo encontró y al escuchar su nombre, “María”, ya no quiere otra cosa, ha encontrado lo que tanto buscaba, a encontrado a Jesús y se lanza a Él para no perderlo. La alegría de María es tanta que no lo quiere soltar y con justa razón: ¿quién de nosotros si ha encontrado al amor de su vida lo va a soltar? Evidentemente no lo haríamos, quisiéramos estar abrazado a él todo el tiempo, permanecer a su lado para siempre.
Es tanta la alegría que ha recibido María Magdalena cuando descubre al Maestro, que gustosa hace lo que Jesús le pide: “ve a decirle a mis hermanos”. Ella recibe el encargo de comunicar a todo lo que acaba de ver, lo que acaba de contemplar. María Magdalena ha sido la primera en contemplar que Jesús ha resucitado. También nosotros, como Magdalena, debemos de anunciar a todos que el “Amor” vive, que el “Amor” está en medio de nosotros y nos invita a estar con Él.
Qué grata lección no brinda el testimonio de María Magdalena. En cada momento de nuestra vida, de nuestro diario vivir, hemos de buscar y disfrutar de la presencia de Jesús, el primer amor y al que más amamos. Si en alguna ocasión crees o piensas que Cristo se ha alejado de nuestra presencia o si nosotros nos hemos retirado de su amor, no tengas duda ni miedo de volver con todas tus fuerzas a buscarlo. Créeme, estoy seguro de que Él te saldrá al encuentro, como lo hizo con María Magdalena, y te reafirmará que su amor nunca se fue, siempre estuvo contigo, porque Dios nos ama con amor eterno.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
Así es ya que empiezas a conocerlo ya es difícil dejarlo porque es puro amor gracias hola padre Gera que este bien reciba saluditos de las Catequistas de San Carlos
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