Santa Marta
Memoria
Ex 40, 16-21. 34-38
Sal 83
Jn 11, 19-27
Hoy celebramos la memoria de Santa Marta. De esta mujer sabemos pocas cosas, sin embargo, su testimonio es tan rico que ha sido introducido en el calendario romano y así poder celebrar, año tras año, su memoria.
Hubo una familia en Betania, la cual estaba compuesta por tres hermanos; Marta, María y Lázaro. Un elemento importante que encontramos en esta familia nos lo relata el evangelista San Juan: “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro” (cfr. Jn 11, 5). Qué maravilloso pensar en ese afecto cálido, cercano y puro con el que nuestro Señor se entregó a estos hermanos. Incluso nos hace sentir de una manera más tangible el amor de Dios por la humanidad.
Para el cristiano debería ser causa de alegría pensar en Marta como amiga de Jesucristo. ¿Por qué? Porque esta imagen nos deja ver que Jesús no única y exclusivamente se dedico a su misión, sin tiempo de entablar alguna amistad con otras personas.
También esta amistad, entre Jesús y Marta, nos deja entrever que Cristo no es un Dios lejano o aislado, como muchas veces se tiene esa concepción. Se nos muestra a un Jesús capaz de dar amor por medio de la amistad y de la compañía.
Pero también nos debe de llamar la atención con la que Marta y sus hermanos acogieron al Señor. La amistad es de dos. No todo nos viene de Jesús. Si queremos forjar una buena amistad con el Maestro, también nosotros hemos de ofrecerle nuestro corazón, nuestro tiempo, nuestra propia vida.
Marta, el día de hoy en el Evangelio, brilla por el resplandor de su fe, una fe vigorosa y confiada plenamente en el Señor. Aquellos que decimos ser “amigos” de Jesús, hemos de manifestarnos como Marta, confiando en Él, sabiendo que Dios es el único que puede otorgarnos los anhelos de nuestro corazón.
Qué sorprendente es la manera en la que Marta se dirige a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”. Así habla Marta, así se dirige a Jesús, ¿sabes por qué? Porque ella está segura del poder de Jesús y esa certeza no quedará destruida, ni siquiera por el hecho aparentemente irreversible de la muerte.
La fe de Marta se funde con la esperanza: “Ya sé que mi hermano resucitará en la resurrección del último día”. En efecto, quien conoce a Dios, quien es verdaderamente su amigo, conoce cuánto puede hacer Dios en su vida, sabe que puede esperar en Él, aún cuando las circunstancias no sean tan favorables en su vida.
Así como lo fue Marta y sus hermanos, animémonos a ser verdaderos amigos del Señor. Que, como ellos, también nosotros podamos ofrecerle una “Betania” al Señor, un lugar en donde Él se sienta bien, acogido por los amigos y que nos ame profundamente como a los hermanos de Betania.
Que Santa Marta interceda por nosotros, para que inspire a nuestras almas el don eximio de la fe que vence al mundo y nos otorgue la esperanza que no se deja apagar por las dificultades, sino que resiste los embates del maligno y sale triunfadora.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
Así sea Señor !! Bendecido día!! Gracias Padre Gerardo!!
ResponderEliminarGracias señor Dios por todo su amor
ResponderEliminarGracias padre Gera