XVII Domingo del Tiempo Ordinario: Ciclo “B”
II Re 4, 42-44
Sal 144
Ef 4, 1-6
Jn 6, 1-15
Durante varios domingos estaremos reflexionando sobre el Evangelio de Juan en el capítulo 6, en donde se nos va contando el discurso que pronunció Jesús sobre el pan de vida. El pasaje de este día viene a ser el episodio de la multiplicación de los panes y peces, y sirve como introducción al discurso eucarístico que estaremos meditando los próximos domingos.
No ha sido casualidad que la presentación de la Eucaristía comience con el relato de la multiplicación de los panes. Con este pasaje descubrimos que no se puede separar, en el hombre, la dimensión religiosa de la material; no se puede proveer a sus necesidades espirituales y eternas sin preocuparse de las necesidades materiales y terrenas.
Esta fue, por un momento, la tentación de los apóstoles. En otro pasaje sinóptico a éste, se nos narra que ellos sugirieron a Jesús que despidiera a la multitud para que fuera a los caseríos a buscar algo para comer. A lo que Jesús les ha respondido: “¡Denles ustedes de comer!” (cfr. Mt 14, 16). Con esta afirmación descubrimos que Jesús no les pide que hagan un milagro, sino más bien que hagan lo que puedan, es decir, compartir y poner en común lo que cada uno tiene.
El amor por el hombre despierta la audacia de Dios, que se sirve del mismo hombre para realizar su proyecto de salvación. “¿Dónde podremos comprar pan?”, que es la pregunta dirigida a Felipe, Jesús no quiere plantear una cuestión de orden práctico, sino que desea despertar toda la confianza que el apóstol debe de poner en su Señor.
“Dónde”, señala el origen, la naturaleza del dónde. Recordemos al respecto algunos pasajes de esto: Con Nicodemo: que no sabes de dónde viene el viento (cfr. Jn 3, 8); con la Samaritana: de dónde viene el agua (cfr. Jn 4, 11); como el maestresala de las bodas de Caná: dónde viene el vino bueno (cfr. Jn 2, 9). Todo viene de Dios, todo brota de Él.
La preocupación de Felipe, que mira preocupado la cantidad desproporcionada para ellos de resolver el problema, lo distrae de la presencia del Señor, lo distrae de la única respuesta para saciar a aquellos hombres: Jesús. Bastaba una sola mirada profunda a Jesús, bastaría con decirle: Tú, sólo Tú puedes darles de comer, Tú puedes saciar su hambre.
Lo que ofrece aquel muchacho parecería inútil, da la impresión de que no va a alcanzar. Para los ojos de los hombres es necesario poseer más; para el corazón de Dios basta ese poco para que sobre. En su Divina Providencia, el Señor multiplica lo poco que hay en el hombre para saciar a multitudes, incluso sobrará.
Una vez que la multitud está saciada, manda recoger los pedazos que sobraron para que no se desperdicie nada. Esas sobras son la imagen física del hecho de que toda la gracia concedida por el Señor, no se puede medir con la capacidad receptiva del hombre, puesto que Dios la supera sin medida. Aquellos doce canastos de sobras se hace un signo de la abundancia de Dios, que provee y sacia el hambre de la humanidad.
Que el Señor nos conceda la gracia de saciarnos de Él, que podamos ser conscientes de todas las bendiciones que hace en nuestra vida, saciando nuestras necesidades, tanto físicas, como espirituales. Que la presencia de Dios en nuestra vida, nos lleve a depositar en Él nuestra vida y nos abandonemos completamente a su Divina Providencia.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
Así sea!! Gracias Señor por tu amor!! bendecido día del Señor!! Gracias Padre Gerardo!!
ResponderEliminarGracias por compartir con nosotros y con sus escritos apoyarnos para reforzar el saber donde es el "Dónde" 🙏🏼
ResponderEliminarMuchas gracias Señor por todo y enséñame a ver con los ojos que tú vez Dios lo bendiga padre Gera exelente dominguito
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