Sábado XVII semana Tiempo Ordinario
Lv 25, 1. 8-17
Sal 66
Mt, 14, 1-12
El relato del martirio del Bautista que hoy hemos meditado se inserta en el tiempo de Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande. El precursor del Mesías había denunciado, en nombre de Dios, el pecado de Herodes: “Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer”.
¿Hasta dónde es posible que el hombre llegue con tal de obtener lo que desea? Herodías, amante de Herodes, es capaz de hacer que ajusticien al Bautista abusando de la generosidad del rey Herodes. Y muchos de nosotros podemos llegar a realizar cosas tan denigrantes o desagradables, con tal de salirnos con la nuestra.
Ahora bien, Mateo tiene ante todo un deseo, y es el de destacar la figura del profeta, aquel defensor de la Ley de Dios, aquel que es perseguido y generalmente asesinado. A Jesús le espera el mismo destino que su precursor, Juan el Bautista. Aquel que es un autentico profeta, no sólo es rechazado en su propia tierra (como lo veíamos en el Evangelio de ayer), sino que ese rechazo muchas veces termina en la muerte.
La figura de Juan el Bautista sigue siendo de admirar, tanto en su coherencia y lucidez, como en su predicación y todas aquellas denuncias de los que tuercen el camino de Dios. Juan es un hombre valiente y comprometido, ya que dice la verdad, aún cuando esta no sea del todo agradable.
También es figura de tantos hombres de fe que han muerto víctimas de la intolerancia por el testimonio que han manifestado ante los demás. Aquellos que son verdaderos profetas, que no se quedan callan, tienen a terminar mal: juzgados, rechazados, calumniados o incluso asesinados; los profetas que no hablan, que permanecen mudos, prosperan, no tienen repercusión en esta vida.
No olvidemos lo que nos dijo el Señor casi al comienzo del Sermón del Monte: “Ustedes son la luz y la sal de la tierra” (cfr. Mt 5, 13-16), es decir, profetas. ¿Y qué es o quién es un profeta? Son aquellos que viven e interpretan las realidades de este mundo desde la perspectiva de Dios. Por eso, muchas veces tienen que denunciar el desacuerdo entre aquello que debería de ser y lo que es, entre lo que Dios quiere y los intereses de las personas.
Aquel que se diga ser cristiano, deberá estar dispuesto a todo. Ya Jesús nos ha anunciado esto: “los llevarán a los tribunales, los perseguirán, los matarán…” (cfr. Mt 24, 9ss). Y es lo mismo que le ha sucedido a Él. Sin embargo, vale la pena ser coherentes y dar testimonio del mensaje de Señor con nuestro estilo de vida, es decir, tanto de palabra, como de obra.
Este es el modelo que Juan nos ofrece hoy a toda la Iglesia. Una Iglesia que debe de estar al servicio de la palabra y que nunca se tome nada para sí mismo. Pidámosle al Señor la gracia de imitar a Juan Bautista: sin ideas propias, sin un Evangelio adaptado únicamente a nuestro beneficio personal, sino una Iglesia que sea la voz de Dios, que denuncie la maldad y proponga caminos que hagan retornar a la comunidad a las sendas del Señor.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
Señor danos ese de n de servicio para tu gloria
ResponderEliminarGracias padre Gera
Que así sea que mis llene de su amor paciencia pata seguir adelante en el servicio, por el cual nos ha ido
ResponderEliminarBendición padre.