Viernes XIV semana Tiempo Ordinario
Gn 46, 1-7. 28-30
Sal 36
Mt, 10, 16-23
Qué escena tan más emblemática contemplamos en la primera lectura: después de que José ha perdonado a sus hermanos, les encarga que le traigan a su padre a Egipto. Ver a Jacob, con sus hijos, nietos y todas sus posesiones emigrando a Egipto, nos llena de alegría y felicidad, puesto que un padre volverá a ver a un hijo que pensó había muerto.
Con esta imagen del pueblo de Israel emigrando a Egipto se da el inicio de la estancia del pueblo elegido en tierra extraña, que tendrá su retorno hasta el éxodo, guiado por Moisés, conduciéndolos a la tierra prometida por el Señor.
A pesar de que Jacob tiene temor por dejar la tierra que Dios le había prometido, no deja de hacer caso a sus palabras, puesto que él sabe que nunca estará sólo, sino que el Señor lo acompañará a cada momento, cumpliendo siempre sus promesas: “no temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en un pueblo numeroso; yo bajaré contigo y te haré subir”.
Esto nos hace reflexionar que en nuestra vida hay muchos viajes: unos de ida, otros de vuelta. Esto le sucedió a Abraham, (el cual sale deja su tierra) a José (que fue llevado a Egipto sin su consentimiento), a Jacob (que emigran a Egipto para ver de nuevo a su hijo), etc. Todos podemos ser un poco peregrinos en la vida, viajeros de éxodos que no esperamos.
La vida da muchas vueltas y, algunas veces, nos hace madurar por el camino que hemos elegido seguir, otras veces no parecen tan agradables, en otras tantas puede que nos llevemos sinfín de sorpresas. Aquí lo sobresaliente no es peregrinos, sino el depositar nuestra seguridad en Dios, puesto que Él esta siempre con nosotros, estemos en propia tierra o en tierra extranjera, el Señor va a nuestro lado.
No importa lo que suceda en la historia personal de cada uno, no interesa cómo se este desarrollando nuestra vida, Dios sigue con sus planes y los llevará a cabo. Solo confía, confía en que el Señor está contigo.
Jesús se los ha advertido a los suyos: “los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa”. Pero no se queda únicamente en lo negativo, sino que les asegura que no estarán solos, puesto que Él de una u otra manera los acompaña: “no se preocupen por lo que han de decir… porque en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes”. El Maestro está seguro de que, a pesar de las preocupaciones que hemos de vivir, hemos de confiar en la ayuda de Dios.
Aún en las dificultades que se puedan tener, no nos debemos de desanimar. Nuestra misión es seguir anunciando a todos el amor de Dios. Si de verdad estamos convencidos de que la salvación viene de Cristo y en el estilo de vida que nos propone, ya encontraremos el modo, el tiempo y el espacio para comunicarlo a los demás, con astucia, como las serpientes, pero al mismo tiempo con sencillez, como las palomas.
No estamos solos, Dios está con nosotros, pues Él mismo nos lo ha asegurado: “No tengas miedo. Yo iré contigo”.
Pbro. José Gerardo Moya Soto

Gracias Señor por tu amor!! bendecido día!! Gracias Padre Gerardo!!
ResponderEliminarGracias Padre amoroso por tu infinito amor paciencia para cada hijo tuyo.
ResponderEliminarBendiciones padre Gerardo un abrazo. Se le extraña.