Martes XVIII semana Tiempo Ordinario
Nm 12, 1-13
Sal 50
Mt, 14, 13-21
Los celos y las envidias llegan de quien menos te lo puedes esperar. Esto lo hemos visto en la primera lectura. En esta ocasión la rebelión y protesta le vienen a Moisés de su misma familia: de su hermano Aarón, el sacerdote, aquel que tanto había colaborado con él, y de su hermana María, aquella que había vigilado la canasta en el río donde su madre había depositado al niño Moisés. Los dos lo atacan y murmuran de él.
Por desgracia en todas las familias y comunidades se pueden dar situaciones como estas: malas interpretaciones, o celos ante los talentos y virtudes de los demás, o la crítica, que lo único que hace es destruir la fraternidad. Lo mismo le sucedió a Jesús: aquella vez que estuvo predicando en la sinagoga y sus conocidos lo juzgaban porque decían conocerlo (cfr. Mt 13, 54-58).
Cabría entonces preguntarnos, ¿cómo reaccionamos cuando nos enteramos de que alguien está hablando mal de nosotros? Muchas veces lo hacemos de forma negativa y buscamos cualquier oportunidad para juzgar al otro. Aprovechamos la oportunidad y se lo devolvemos con creces. Bien lo dice un coloquial refrán: “hacemos leña del árbol caído”.
Pero esa no debe de ser nuestra actitud. Todo lo contrario, deberíamos de actuar como Moisés, “el hombre más humilde de la tierra” y perdonar la ofensa de los hermanos. Ciertamente hemos de aceptar que no somos perfectos, que todos tenemos nuestros defectos. Aquí juega un gran papel la corrección fraterna, ya que ésta nos ayuda a recapacitar y mejorar la relación con los demás.
Hemos de aprender a cultivar y cuidar en nosotros el don de la paciencia y de la reconciliación. Cuánta paciencia ha tenido Jesús con sus discípulos (lo hemos visto hoy en el Evangelio), que, a pesar de su falta de fe, no deja de confiar en ellos y les sigue manifestando su gloria.
Jesús nos ha enseñado a perdonar de corazón. Sin embargo, como nos cuesta perdonar a nuestros ofensores. Es entonces que el ejemplo de Moisés nos debería de animar a ser más generosos en nuestras reacciones ante el trato que recibimos de los demás, aún cuando nos parezca injusto.
Si contemplamos la imagen de la barca, que es zarandeada por los vientos que azotan contra ella, podremos encontrar un símbolo de la Iglesia, la cual es agitada por los problemas internos. También se convierte en símbolo de vida de cada uno de nosotros, con sus tempestades particulares. En ambos casos, hay una realidad latente: sin Jesús en la barca, todo parece hundirse. Pero ¿qué sucede cuando lo dejamos subir? El viento se calma. Es en los peores momentos donde Jesús nos recuerda: “Ánimo, soy yo; no tengan miedo”.
Aquella determinación que tiene Pedro nos interpela a todos. En ocasiones, también tomamos la decisión de salir de nuestras seguridades para intentar avanzar en las aguas encrespadas. Tenemos que abandonar seguridades cuando el Señor nos lo pide y no instalarnos en lo fácil.
Lo que le faltó a Pedro fue una fe perseverante: empezó muy bien, pero después empezó a calcular sus fuerzas y se dejó arrebatar por el miedo. Por ende, se hundió. Y es que la vida en ocasiones nos da duros golpes, los cuales nos ayudarán a madurar en nuestra vida de creyentes. En esos momentos no estaría mal que nos saliera una oración tan bella como la de Pedro: “Señor, sálvame”.
Probablemente el Señor también nos reproche a nosotros nuestra falta de fe: “¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué has dudado?”. Pero iremos aprendiendo a arriesgarnos, a salir a su encuentro aun cuando el viento sea muy fuerte, aún cuando las problemáticas de la vida sean intensas. Cada vez estaremos más convencidos de que la verdadera fuerza nos viene de Jesús, no de nosotros mismo.
Tengamos fe en Dios, el cual nos ayuda en nuestras luchas personales y comunitarias. No tengamos miedo, tranquilicémonos y confiemos en el Señor.
Pbro. José Gerardo Moya soto
SEÑOR GRACIAS POR TODOS LOS ANIMOS QUE NOS DAS Y TODO TU AMOR ENSÉÑAME A PERDONAR COMO LO HACÉS TÚ
ResponderEliminarGRACIAS Padre Gera
"Sobre todo la Fe" 🙏🏼😁
ResponderEliminarGracias por compartir Padre Gerardo 🙂