Sábado XXII semana Tiempo Ordinario
Col 1, 21-23
Sal 53
Lc 5, 33-39
El Apóstol San Pablo, al dirigirse a los colosenses, proclama la sublimidad del Señor y como, por medio de la muerte que sufrió, nos ha hecho alcanzar la patria celestial, logrando que Dios nos admita “a su presencia como un pueblo santo”.
Ya sabemos que la reconciliación conseguida por Jesús va más allá de un mero acontecimiento histórico. Cristo, por medio de las Palabras que San Pablo predica a los colosenses, lleva a los cristianos de Colosas, y de todos los tiempos, no solo a gozar de la presencia del Padre, sino que nos ha hecho verdaderamente hijos de Dios.
Por esa razón, Pablo nos pide que constantemente cimentemos nuestra vida en la fe, es decir, viviendo verdaderamente como hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Si hacemos eso, podremos alcanzar lo que nos prometió Jesús: la vida eterna, vida en abundancia.
Por otra parte, en el Evangelio, una vez más se suscitan problemas entre los fariseos y Jesús en relación con lo que está permitido hacer o no hacer en sábado. Recordemos que la ley judía reservaba el sábado como un día de descanso, ofrecido para el Señor. Por ende, se podían hacer muy pocas cosas el sábado. La idea primera no era mala, ya que con este tipo de prácticas se buscaba homenajear a Dios. Por desgracia cruzaron la línea y terminaron haciendo de el sábado normas de prohibición, cayendo en el error de volver la ley una carga pesada en vez de ser una norma de vida y libertad.
Pero Jesús no piensa y obra como aquellos hombres. En este pasaje bíblico, vemos como emplea argumentos para ir más allá de las meras prohibiciones del sábado. El Maestro nos deja bien claro que ninguna ley humana está por encima de Dios. ¿Cómo es esto? No se puede ir en contra de todo aquello que favorezca a entablar un culto u ofrenda agradable a Dios.
Cristo entendió perfectamente la manera en la que hay que honrar a Dios el sábado: que mejor manera de homenajear a Dios que salvando al que se había perdido, curando al que estaba enfermo, liberando al que estaba prisionero. El sábado está para servir a los hombres y con ellos a Dios, y no el hombre servirse del sábado.
Jesús desea cambiar la mentalidad esos hombres al decirles: “el Hijo del hombre también es dueño del sábado”. Se trata de seguir a Jesús y no únicamente normas o cargas pesadas que hacen insoportable el ser cristiano.
Lo conflictos se pueden dar en una Iglesia: ¿por qué nosotros si limpiamos y otros no ayudan a la limpieza del templo? ¿Por qué a ese ministerio si se le acompaña y el nuestro lo tiene olvidado? ¿Por qué el sacerdote es más bueno con unos que con otros? En caso de que esto llegue a suceder recuerda que seguimos a Jesús: Él es nuestro camino, es la verdad, es la vida. No nos olvidemos de lo que es importante a los ojos de Dios quedándonos en meras rubricas o apariencias. Recordemos que nuestra vida tiene que ser una ofrenda libre al Señor y no un cumplimiento forzado a su ley.
Pbro. José Gerardo Moya Soto
Así sea Señor !! Todo por ti !! Bendecido día! Gracias Padre Gerardo!!
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