Ir al contenido principal

"Sé fiel hasta el final"

 Miércoles de la  XXXIII semana Tiempo Ordinario


II M 7, 1. 20-31

Sal 16

Lc 19, 11-28



    El día de ayer era un anciano, Eleazar, el que nos proporcionaba un sorprendente testimonio de certeza y fidelidad. El día de hoy es una madre, con sus siete hijos, los que nos asombran con su valentía y perseverancia en el Señor.


    El Rey Antíoco ha desatado una gran persecución contra los judíos, tratado de seducir a los israelitas, por medio de halagos y amenazas, a que se cambien a la religión (que es pagana), olvidándose completamente de la Alianza que han establecido con Dios.


    Muchos se resistieron, pero qué admirable y digno de recuerdo es lo que hoy hemos contemplado en la primera lectura: una madre que ve morir a sus siete hijos, soportando con entereza el sufrimiento, pero sobre todo, confiando en el Señor. Una vez más nos damos cuenta de que lo principal no está en la fuerza de voluntad por no comer la carne prohibida, sino más bien el que se hayan mantenido fieles a la Alianza establecida por Dios.


    Son estupendas las palabras que esta valiente mujer dedica a sus hijos, exhortándolos y pidiendo que se mantengan firmes en el Señor, que confíen en su misericordia, sabiendo que Él les dará en recompensa vida en abundancia: “Él, con su gran misericordia, les devolverá el aliento y la vida”.


    Probablemente a nosotros no se nos presentará una ocasión como esta para dar testimonio de nuestra fe, pero a veces será necesario mostrarnos con una conducta perseverante, fiel al Señor, resistiendo los embates y seducciones del maligno. Hoy en día necesitamos vivir un heroísmo que nos haga permanecer fieles al Señor, de vivir de acorde a sus mandamientos y enseñanzas.


    Y es que mantenernos fieles y constantes al Señor no es cosa sencilla. Con frecuencia, las tentaciones nos hacen caer, apartándonos de nuestro deseo de permanecer en el camino del bien. Es tan fuerte el poder del Tentador, que la inmensa mayoría termina por sucumbir a sus encantos.


    Sin embargo, aún con la fragilidad que pueda habitar en nuestro corazón, es importante estar preparados, atentos. Es cierto, nadie de nosotros conoce con exactitud el día en que el Señor volverá. Por ello, ante su retorno, el hombre tiene que trabajar todo lo que se le ha confiado. No importa si obtendrás diez o cinco monedas con la que se te confió. Lo que verdaderamente importa es no guardarla, ponerla a trabajar, para que genere algo a cambio.


    Aquello talentos que Dios ha depositado en cada uno de nosotros (la vida, la salud, la inteligencia, algún talento para el arte, los dotes para el trabajo, la agilidad para los deportes, etc.), los tenemos que poner a trabajar, ya que no somos dueños, sino administradores de ellos.


    Al final de nuestra vida se nos pedirá cuenta de todo lo que hemos recibido. ¿Qué estamos haciendo con los talentos que se nos ha confiado? ¿Cómo hemos administrado nuestra fe? ¿Cómo he trabajado con las virtudes que el Señor ha puesto en mi persona? ¿Qué fruto estoy sacando de ellos? Ojalá que nos mantengamos fieles al Señor, para que al final todos podamos escuchar: “Muy bien, siervo bueno y fiel, entra a gozar de la alegría de tu Señor”.



Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...