Ir al contenido principal

"¿Te animas a seguir a Jesús?"

 Jueves de la  XXXIII semana Tiempo Ordinario


I M 2, 15-29

Sal 49

Lc 19, 41-44



    Dios ha querido ser participe de la historia del hombre y, de una manera progresiva, se hace presente en su vida. Después de haberlo creado, a pesar de que fue expulsado del paraíso por desobediencia, nunca lo dejó sólo. Por medio de los Patriarcas, los Jueces, los Profetas se fue manifestando a su pueblo.


    El Señor eligió al pueblo judío para que fuera su pueblo. Desde el principio (tras haberlos liberado de la esclavitud del Faraón en Egipto) pactó con ellos una Alianza. En ella, se comprometió a ser su Dios y ellos decidieron ser su pueblo (cfr. Jr 30, 22). Por medio de Moisés, les señaló el camino que debería de seguir, y algo que solicitó a su pueblo desde el principio fue el que no adoraran a falsos dioses: “No adorarás a ningún otro dios” (Ex 34, 14).


    Hoy, en la primera lectura, contemplamos como el rey Antíoco manda a los judíos a ofrecer sacrificios que no podían realizar. Muchos, yendo en contra de su voluntad y de Dios, realizaron estos sacrificios. Sin embargos, otros se negaron a está obligación.


    Una vez más contemplamos a un hombre que no se deja intimidar por el rey Antíoco y va en contra de su mandato: Matatías. Matatías, como un excelente judío, junto con toda su familia, no acepta el mandato del rey. De hecho, es muy bello y contundente lo que dice: “¡Dios nos libre de abandonar nuestra ley y nuestras costumbres! No obedeceremos las órdenes del rey ni ofreceremos sacrificios a los ídolos…”.


    En la actualidad, podemos encontrarnos con mucha gente que no siempre obra de acuerdo con el Evangelio. Personas que se apoyan en la afirmación: “Si todo el mundo lo hace, ¿por qué yo no puedo?”. Vivimos un tiempo donde las personas justifican todos sus actos para no hacerse responsables de sus consecuencias. Por ello, ante esta afirmación, deberíamos de mostrarnos contrarios, dejar bien en claro que “nosotros no somos todo el mundo”, que nosotros, como Matatías, queremos permanecer fieles al Señor.


    Dios, al llegar la plenitud de los tiempos, nos envió a su Hijo (cfr. Gal 4, 4) para mostrarnos el camino que conduce a la vida. Muchos cristianos nos hemos involucrados en esta situación: somos obligados a renunciar a la vida, a los valores, a nuestra misma fe. Preferimos darle la espalda a Dios, antes de ir en contra de los hombres. Hemos perdido el temor a Dios por temerle al hombre: ¿qué nos pasa como humanidad?


    Por eso, Jesús llora. Sus lagrimas salen de lo más profundo de su corazón. Ya no solo llora por Jerusalén, sino que llora por todos nosotros. El Maestro nos ha ofrecido su luz, su amor, el camino que nos conduce a la plenitud de la vida, nos perdona y acoge. Desafortunadamente muchos de nosotros lo seguimos rechazando, le damos la espalda.


    A pesar de que infinidad de veces nos hemos negado a seguirlo, Él continúa saliendo a nuestro encuentro. Nunca es tarde para volver a Dios. Este día se presentará una nueva oportunidad para regresar a Él. Evidentemente no te forzará, sino que será paciente a que tú lo elijas.


    Si reconociéramos aquello que nos guía hacia la paz, sin duda alguna optaríamos por ello siempre. Pues te tengo una buena noticia: yo sé quién te puede conducir a la paz verdadera, a la plenitud de la vida, a la felicidad entera: Dios. Permitamos que nuestros ojos estén abiertos para contemplar al Señor y seguir sus pasos. Animémonos a no darle las sobras al Señor, sino a entregarnos totalmente, puesto que Él lo sigue dando todo por nosotros.



Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...