Ir al contenido principal

"Dios nos da fuerzas"

 Martes VI semana Tiempo Ordinario


St 1, 12-18

Sal 93

Mc 8, 14-21



    Todos, en algún momento de nuestro existir, nos hemos encontrado con diferentes pruebas, las cuales buscan sacar lo mejor de nosotros. Sí: un cristiano, ante un desafío que se le presenta, puede mostrar perfectamente tanto su fuerza de voluntad, como la gracia de Dios que lo sostiene en dicha batalla.


    Ahora bien, puede existir el peligro de que las personas piensen: ¿por qué Dios tienta a los cristianos? De ninguna manera. Dios no tienta absolutamente a nadie, ni inclina a ninguna persona a cometer el mal. 


    Es cierto, tendemos a decir con mucha frecuencia de que Dios es el que envía tal o tales pruebas, pero nunca lo decimos de las tentaciones. De hecho, ante esta realidad, somos nosotros mismos los que buscamos las tentaciones, ya que muchas veces no sabemos como defendernos de las seducciones del maligno.


    Un cristiano, ante estas tentaciones que suelen salir en nuestro paso, no tenemos porque culpar a Dios ni a ningún factor externo. De hecho, la tentación generalmente viene de nosotros mismos, como lo ha dicho Santiago: “A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y lo seduce.


    Ahora bien, aunque la tentación constantemente nos esta asechando, de Dios nos viene la fuerza de poder afrontarla. Podemos estar completamente seguros de que el Señor nos sostiene, como lo hemos meditado en el Salmo de este día: “Cuando me hallaba al borde del sepulcro, tu amor, Señor, me conservó la vida; cuando se multiplican mis problemas, en tus consuelos hallo mi delicia”. ¿Y qué pasa con aquellos que superan la prueba de la tentación? “Recibirán la corona de la vida que Dios ha prometido a los que lo aman”.


    ¿Cuántas veces le hemos pedido al Señor que “no nos deje caer en tentación”? ¿En cuántas ocasiones le hemos hecho la petición de que “nos libre del mal”? Es la fuerza de Dios la que hace posible vencer las tentaciones; es la misericordia del Padre el que nos hace “cuidarnos de la levadura de los fariseos”; es el amor del Hijo el que nos permite confiar en que venceremos, puesto “que todo lo podemos en Él que nos fortalece” (cfr. Flp 4, 13); es la gracia del Espíritu la que nos santifica y nos ayuda a mantenernos firmes ante las seducciones del maligno.


    El día de hoy podríamos reflexionas sobre cómo está mi vida, qué actitudes encuentro en el interior de mi corazón. ¿Habrá, a caso, envidias, rencores, egoísmos? Muy probablemente son las que nos hacen desviar nuestro corazón al pecado. Si, por el contrario, dentro de él existe la fe, el amor, el abandono a Dios, todo queda transformado, venciendo toda situación de pecado.


    Las tentaciones se presentarán a lo largo de nuestra vida. Ya nos tocará a nosotros que elegimos: si caer en ellas, dejándonos llevar por nuestra fragilidad, o confiar en el Señor, el cual nos dará su gracia para poder hacerle frente. ¿Tú que eliges?



Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

"Tú + Yo = Nosotros"

Martes de la segunda semana de Pascua  Hch 4, 32-37 Sal 92 Juan 3, 7-15      Así como Nicodemo, también nosotros podríamos preguntarnos: ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede ser posible que la primera comunidad tuviera todo en común? ¿Cómo alguien puede vender su campo y disponer el dinero a la disposición de los Apóstoles? Sin duda alguna, Jesús nos da una bella respuesta en una de sus parábolas: “quien encuentra la perla preciosa, vende todo lo que tiene para poder comprarla” (Mt 13, 45).      Esa realidad sólo puede ser posible por medio del Espíritu Santo, que es el encargado de sostener en medio de la tempestad, que es quien llena de fortaleza el corazón en estos momentos de contingencia. Es el mismo Espíritu el que borra todo deseo egoísta y nos lleva a disponer todo lo que tenemos a los otros.      El cristiano que deja que Dios sea el centro de su corazón, todo lo que posee (material o espiritual) lo podrá ofrece...