Ir al contenido principal

"¿Quién es grato ante los ojos de Dios?"

 Viernes IV semana Tiempo Ordinario


Si 47, 2-13

Sal 17

Mc 6, 14-29



    ¿Alguna vez te ha sucedido esto? Un familiar, un amigo o alguien conocido muerte y de repente todos comienzan a decir: “tan buen persona que era”, “un excelente ser humano”, “vaya que tenía un buen corazón”, etc. Podemos decir que, normalmente, se suele elogiar al difunto, resaltando todo lo bueno que nos dejó.


    Lo mismo ha sucedido en la primera lectura que hoy hemos meditado del libro del Sirácida (Eclesiástico). El Autor Sagrado hace un gran elogio del difunto Rey David. Aquellos que no conocen a este personaje, si leyeran este pasaje por primera vez, pensarían lo bueno que fue. Es más, pensarían que absolutamente todo lo hizo bien, puesto que siempre buscaba hacer lo grato ante Dios amándolo con todo el corazón.


    Sin embargo, David no fue un hombre intachable. Sabemos que no fue perfecto, puesto que también cometió pecado al deshacerse injustamente de Urías para que no quedara al descubierto su pecado con Betsabé. En ese caso, podemos decir que David se quiso salir con la suya. Algo semejante nos presenta el Evangelio el día de hoy al contemplar lo hecho por la hija de Herodías, la cual le pide a Herodes “la cabeza de Juan el Bautista”.


    Pues algo parecido le sucede al hombre. Latentemente en nuestra vida se encuentra la tentación de llevar una vida disoluta, el salirnos siempre con la nuestra, consiguiendo, a como dé lugar, obtener lo que deseamos. Muchas veces nos apartamos del camino de Dios para para hacer de nuestra existencia lo que nos venga en gana, creyendo que en nuestro libertinaje somos verdaderamente libres.


    Ahora bien, con esto hemos de recordar que no todos son perfectos. Sí, David fue grande no porque no tenía defectos, o porque fue rey, sino por su confianza en el Señor. David, cuando falló, se arrepintió, pidiendo el perdón de Dios y Él lo perdono. El rey se había equivocado, pero reconoció su error y busco corregir su camino. También nosotros, como él, al fallar, debemos de reconocer nuestra culpa, pedir perdón por lo cometido y continuar en nuestro camino hacia el cielo. 


    Sin duda alguna la vida del rey David es una lección para todos los que decimos ser seguidores de Cristo. No esperemos el día de nuestra muerte para que se hable bien de nosotros. Ya desde ahora, en esta vida, a pesar de nuestros fallos, limitaciones y caídas, busquemos recorrer el camino que Jesús nos ha enseñado: el camino del bien, del amor, de la justicia, del perdón, de la alegría, etc.


    Cuando te has desviado del camino del Señor, ¿has reconocido tus errores y has vuelto a Él? Aquellas veces que has caído en pecado, ¿te has levantado o prefieres seguir cayendo en donde mismo? Cuando te equivocas, ¿buscar corregir tus errores o prefieres seguir hundido en ellos?


    Una vez escuche a un buen sacerdote decir: “hay cosas mas agradables en la persona que de desprecio”, y ¿sabes qué? Le creo. Estoy seguro de que en tu corazón hay muchas más aspectos positivos, buenos y perfectos, que negativos, malos o pecaminosos. Ahora bien, si hemos caído, vamos a levantarnos y permitirle al Señor que siga haciendo grandes cosas por, con y en nosotros, para demostrar, como David, lo afortunados que somos al tener a un Dios de amor y de perdón de nuestro lado.



Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...