Ir al contenido principal

"Ser luz"

 Presentación del Señor

Fiesta 


Hb 2, 14-18

Sal 23

Lc 2, 22-40



    La fiesta de la Presentación del Señor en el templo, cuarenta días después de su nacimiento, pone ante nuestros ojos un momento particular en la vida de la Sagrada Familia: según la Ley, María y José llevan al niño Jesús al templo para consagrarlo al Señor. De esta manera, se da el primer encuentro de Jesús con su pueblo.


    San Lucas menciona reiteradas veces que José y María querían cumplir lo que estaba prescrito por la Ley del Señor. Con esto, se entiende que los padres de Jesús tienen el amor por observar los preceptos de Dios, la alegría de caminar por la Ley del Señor. Unos recién casados, que han tenído un niño, y están totalmente animados por el deseo de cumplir la voluntad de Dios. En ellos contemplamos lo que dice el Salmo: “Mi alegría es el camino de tus mandamientos… tu Ley será mi delicia” (Sal 119, 14. 77).


    Pero el evangelista no solo nos describe la actitud de este joven matrimonio, sino qué también habla de los ancianos Simeón y Ana. Lucas destaca que eran conducidos por el mismo Espíritu de Dios. De Simeón afirma que era un hombre justo y piadoso, que el Espíritu Santo moraba en él. De Ana nos dice que era una profetisa, es decir, que era inspirada por Dios; y ella estaba siempre sirviendo en el Templo. Así pues, estos dos ancianos, están llenos de vida, ya que están animados por el Espíritu Santo, están dóciles a su acción, se fían completamente en el Señor.


    Es un encuentro entre los jóvenes esposos, llenos de alegría por cumplir la Ley del Señor, y los ancianos, llenos de vida por la acción del Espíritu Santo. Aquí se da una relación entre la observancia y la profecía, entre el cumplimiento de la Ley y la vida en el Espíritu por cumplir la voluntad de Dios.


    A la luz de esta escena, miremos la vida como un encuentro con Cristo: es Él el que viene a nosotros, traído por José y María, y somos nosotros los que vamos hacia Él, conducidos por el Espíritu Santo. Jesús está en el centro, Él lo mueve todo: Él nos atrae al Templo, donde podemos encontrarlo, reconocerlo, acogerlo, alabarlo, amarlo.


    La Presentación de Jesús en el templo contiene el símbolo fundamental de la luz; una luz que parte de Jesucristo, que se irradia sobre María y José, sobre los ancianos Simeón y Ana y, a través de ellos, a todos los demás. Este resplandor del Señor se puede relacionar con la vida espiritual de los hombres.


    La Luz está con nosotros. ¿Qué ilumina? Ilumina las tinieblas de nuestro corazón las tinieblas de nuestra existencia. Es constante el esfuerzo que el hombre hace para abrirse camino y llegar a la luz. ¿Cuánto tiempo dedica el hombre para aclararse a sí mismo, para encontrar las respuestas a sus preguntas? Por sí mismo le resultará imposible. Pero no te preocupes, “las tinieblas pasan y aparece la luz verdadera” (cfr. I Jn 2, 8).


    Pidámosle al Señor que sea siempre la luz que ilumine nuestro corazón: que nos conceda ser dóciles al cumplimiento de sus mandamientos; que nos llene siempre de su Espíritu Santo; que sea la luz que ilumine nuestras vidas para no caminar por cañadas oscuras.



Pbro. José Gerardo Moya Soto

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Dios nos hace dignos"

  Sábado XII semana Tiempo Ordinario Gn 18, 1-15 Lc 1 Mt, 8, 5-17      La escena que reflexionamos en la primera lectura es la famosa aparición de Dios a Abraham junto a la encina de Mambré: son tres hombres, pero parece que es sólo uno; son ángeles, pero en algunos momentos del diálogo, parece que es el mismo Dios. Abraham sigue siendo un modelo de fe y ahora, como buen hombre que es, nos muestra cómo debemos de acoger en nosotros la voluntad de Dios.      Hemos de estar atentos a la manera en la que Dios no visita, ya que muchas veces se reviste de lo ordinario o de lo extraordinario. Tenemos que aprender a descubrirlo en las personas, en los acontecimientos que nos suceden, en la misma naturaleza que nos habla de su excelsa gloria, etc.      Por otra parte, llama la atención y parecería que Dios tiene un gusto muy peculiar por elegir, para su obra redentora, personas débiles, a matrimonios ancianos y hasta estériles. Basta...

Una Vida nueva..

Viernes de la octava de Pascua  Hch 4, 1-12 Sal 117 Jn 21, 1-14      ¿Qué le está pasando a Pedro? Parecería que no es el mismo que había llamado Cristo: parece un impostor. ¿Qué no había negado tres veces al Maestro? ¿Qué no le había prometido dar la vida por Él y salió corriendo? Entonces ¿qué mosca le picó? ¿Qué pasó con ese Pedro pecador, frágil, cobarde? Fácil de responder: tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado. La Pascua viene a ser un tiempo propicio para que se de ese encuentro con el Resucitado.      Cabria preguntarnos entonces: ¿cómo se dará ese encuentro con el resucitado? En ocasiones nos podemos equivocar si pensamos que Jesús solo se encuentra en los templos o en la intimidad de la oración. Jesús se hace presente en todos los lugares de nuestra vida: trabajo, casa, oficina, escuela, etc.  Jesús sale a nuestro encuentro en cualquier instante de nuestra existencia. No dejemos que este tiempo de gracia pa...

Renovémonos

Lunes de la segunda semana de Pascua Hch 4, 23-31 Sal 2 Jn 3, 1-8     Todo camino comienza con el primer paso y para poder llegar al destino que se tiene en mente, es necesario tener determinación. Pues eso es lo que podemos ver en Nicodemo al salir de noche al encuentro de Jesús y hacer tan hermosa afirmación: “Maestro, sabemos que tú has venido de Dios…nadie puede hacer los signos que Tú haces, si Dios no está contigo”.       Es evidente que todo itinerario de fe empieza con disponibilidad. Sí, es cierto, Nicodemo tenía disponibilidad, pero todavía estaba muy lejos de captar el misterio de la persona de Jesús y por ende de comprender su doctrina sobre el nuevo nacimiento. Cristo desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el misterio del Reino de Dios.      Esto que hemos visto anteriormente surge cuando el hombre renace del agua y del Espíritu. Solo así podemos entender el misterio del Reino de Dios, volvi...