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"María, Madre de la Iglesia

 Santa María Virgen, Madre de la Iglesia

Memoria


Hch 1, 12-14

Sal 86

Jn 19, 25-34



    Hoy celebramos la memoria de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia. Esta memoria nos recuerda que la maternidad divina de María se extiende a todos los hombres y a toda la Iglesia por voluntad de Jesús mismo:


    “Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego le dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él".


    En este pasaje del Evangelio podemos justificar el titulo dado a María, como Madre de la Iglesia, ya que todos los bautizados podemos ser representados en la figura del discípulo amado, a quien el mismo Jesús le ha confiado a María Santísima como su madre.


    Esta devoción mariana no simplemente es rezarle a la Virgen por rezar, sino que es, ante todo, obedecer a la voluntad de Jesús, que nos la entrega como madre. El Señor no nos quiere dejar huérfanos. Ayer celebrábamos el envío de su Santo Espíritu sobre toda la Iglesia. Y, a pesar de que el Espíritu Santo es el encargado de conducir a su Iglesia, también nos ha confiado a la poderosa intercesión de su Madre Santísima, para que, confiados en ella, podamos ir regenerando nuestra vida y ser cada día más semejantes a ella.


    Tener una devoción hacia María ha sido para toda la Iglesia un pilar fundamental en nuestra fe. En esta advocación mariana se quiere exaltar el bien que le puede hacer a todos los bautizados, aumentando en ella el sentido de su ser maternidad y dándonos cuenta de todo el bien que nos hace tenerla como Madre, una Madre que sabe cuida de sus hijos.


    Dejemos que el Espíritu Santo fecunde en nuestro corazón el deseo de ser como María, Madre de los que más necesitan. Qué en nuestras actitudes de ternura, de mansedumbre, de humildad y de amor, manifestemos a los demás la grandeza de María y todo lo que sigue haciendo por su amada Iglesia.


    Aprendamos a vivir como lo hizo María, empleando su mismo lenguaje: cuando se dirige a su Hijo, es para pedirle alguna cosa que los demás necesita: “ya no tienen vino” (Jn 2, 3); y cuando le habla a los demás, es para decirles: “hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5).


    Pidámosle al Señor que nos conceda la gracia de valorar y cuidar el regalo que nos ha hecho al entregarnos a María Santísima. Pidámosle a María, en esta adveración de Madre de la Iglesia, que nos ayude a fiarnos completamente al Señor, que nos conceda crecer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y tempestad, cuando parece que nuestra fe esta por caer o le cuesta trabajo madurar.


    Santa María, Madre de la Iglesia: ruega por nosotros.



Pbro. José Gerardo Moya Soto

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