Domingo de Pentecostés Hch 2, 1-11 Sal 103 I Co 12, 3-7. 12-13 Jn 20, 19-23 En la actualidad, muchos hombres y mujeres viven volcados hacia el exterior, a los ruidos, a las prisas y la agitación del mundo. Al creyente le cuesta demasiado adentrarse en su interior, ya que tiene miedo de encontrarse consigo mismo, con su mediocridad, con el vacío de su interior. Por otro lado, se ha producido un cambio muy profundo en la fe de muchos creyentes, tan fuerte que los ha alejado de su práctica religiosa. Hay muchos que ya no se acercan a rezar, otros que no participan de la Eucaristía dominical, otros que de plano no sienten la presencia de Dios dentro de ello. Entonces: ¿qué puede significar hablar de Pentecostés? ¿Puede el Espíritu Santo liberarnos de la tentación de vivir huyendo de nosotros mismos? ¿Puede Él despertar en nosotros la fe que se ha perdido o se ha ido enfriando? ¿Puede uno, en el a...
Reflexiones diarias