Miércoles de la XXVI semana Tiempo Ordinario Jb 9, 1-12. 14-16 Sal 87 Lc 9, 57-62 La manera en que se expresa Job nos deja un sabor agridulce. Sabemos por todo lo que tuvo que padecer. Conocemos que no le fue del todo bien con el Señor y que tuvo que sufrir en su propia vida todo tipo de desgracias. Su fe estaba siendo probada hasta lo más profundo de su ser. Dios es así: da la prueba y también da la recompensa. Job acepta todas las pruebas que el Señor le pone, pero a su vez, reconoce la sabiduría con la que está procediendo en su vida. Sus designios son inescrutables y nunca será comprendidos por el hombre. Es inútil discutir con Él o tratar de doblegar su voluntad. Que nuestra suplica sea siempre” que se haga, Señor, tu voluntad, aunque sea contra la mía. Todos nosotros hemos pasado por duras pruebas, al grado de tener una actitud de rebeldía, o de suplica, o de dolor contra el Señor. ¿Cuántas veces no...
Reflexiones diarias