Miércoles de la Semana Santa Is 50, 4-9 Sal 68 Mt 26, 14-25 El hombre, por naturaleza, es sociable y busca relacionarse con el otro: “no es bueno que el hombre este sólo” (cfr. Gn 2, 18). Durante nuestro peregrinar en este mundo, nos vamos relacionando con diferentes personas que, con el paso del tiempo, se convierten en excelentes amigos. Jesús tenía esto muy presente, ya que Él mismo fue estrechando lazos tan cercanos con sus Apóstoles: “A ustedes ya no los llamo siervos, sino amigos” (Jn 15, 15). Cristo sabía la importancia de los amigos y día con día luchó por forjar excelentes amistades con los suyos. Por desgracia, no todos hemos sabido responder a la amistad que el Maestro nos ofrece. El ejemplo más claro de rechazar a Cristo es el de Judas Iscariote. Desde un principio Jesús quería que Judas estuviera cerca de Él. Después de haber pasado toda la noche en oración, comenzó a llamar a sus Apóstoles, ...
Reflexiones diarias